“La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”. Gabriel García Márquez, escritor colombiano fallecido en 2014.
Han pasado 25 días desde su muerte, el tiempo no es un bálsamo; quizás un mal cirujano. Hoy me siento con relativo ánimo para volver a abrir esta ventana, para intentar una vez más transmitir el sentido de una vida y de su final.
Leah llegó a nosotros de un modo extraño, obsesivamente anunciado e inexplicablemente escrito por un destino que, por mucho que intente descifrar, se escapará siempre a mi corto entendimiento.
El sueño de una mujer especial, muy especial, parió la llegada de Leah a nuestras vidas; quién escogió a quién sigue siendo inexplicable. Lo cierto es que ellas decidieron, ambas juntaron voluntades y se produjo su llegada.
Cómo explicar nuestro asombro, cómo explicar nuestra impotencia, cómo en definitiva podría transmitir nuestro pasmo ante un animal alejado de todo lo que conocíamos; un animal a años luz del estereotipo que, durante más de 20 años, habíamos conocido en otros perros.
Nos preparamos previamente, leímos, nos empapamos de opiniones, de historia, de características de todo pro y contra……pero nada de ello amortiguó el brutal impacto de su ser.
Sabíamos de lo complejo de la raza, conocíamos la necesaria socialización temprana, estábamos advertidos de su complicada naturaleza.
Que ilusos, que estúpidos ignorantes….como si la raza dotara de un ser fotocopiado a cada individuo.
Leah con 2 meses nos mostró algo que tardamos más de un año en comprender, ella nos transmitió desde su llegada lo verdaderamente importante….su ser.
Nuestra ignorancia, nuestra ceguera, nuestra obcecada y jodida manía de juzgar bajo el prisma de lo general nos impidió ver.
Y había muchísimo que ver…. ya lo creo. Más de un año pasando por etólogos, por especialistas y por algún que otro vendedor de hielo en el ártico. Mucho tiempo, demasiado.
Y la dueña del sueño, unida brutalmente a Leah, comenzó a ver. Noches enteras con ella bajo el brazo, peleas continúas cuando se activaba en lo que denominamos “la hora bruja” y entre ambas se tejía un vínculo extraño…un respeto mutuo y un reconocimiento.
Leah nunca dejo de ser ella, nunca aceptó vivir en sociedad; y nunca aceptó a otro ser humano que no fuese parte de su vida….su estado eclosionaba en los espacios boscosos, toda zona natural dónde pudiese explorar y ocultarse; dónde dar rienda suelta a sus sentidos extraordinarios….en definitiva la naturaleza en simbiosis con un animal.
¿ Se integró con nosotros?, sinceramente creo que aceptaba compartir su vida pero ……sabemos que su única guía, su único código de conducta, fue siempre la supervivencia.
Lo cual no impidió que se creara un vínculo, especialmente con la dueña del sueño, muy profundo; su mirada siempre fue salvaje, adorablemente salvaje…bella hasta la saciedad, profunda y atávica…rotunda y natural.
Su vida no fue fácil, este mundo urbanita y social no era para ella…sufría en cada salida, desconfiaba de cada ser humano que se intentase cruzar en su camino…y observaba con atención su comportamiento.
Llegamos a entenderla. Resulta complicado explicar cómo cambiaron nuestras vidas cuando llegamos a entender su SER, pero puedo asegurar que asumimos que era diferente.
Su vida estaba hecha para ser libre, una hembra siempre atenta a cualquier peligro, un reflejo de la vida más salvaje que podamos imaginar y dónde el código de conducta es siempre la supervivencia.
Su astucia rayaba el cachondeo más absoluto, siempre ladrona por naturaleza, constantemente hábil ante puertas, manillas, grifos, cerraduras y cualquier invento humano.
Observadora y reflexiva su aprendizaje era pasmoso. Esos momentos perduraran siempre en nuestro corazón…..los momentos en los que se sentía segura, dentro de su espacio sagrado, su cueva, su casa.
Altiva, digna y orgullosa….creerán que me he vuelto loco al definir así a un animal pero no encuentro otro modo de transmitir su SER.
Hasta tal punto resultó altiva y digna que nos engañó para marcharse de este mundo, sí nos engañó completamente.
6 años vivió con nosotros, 6 años en los que procuramos darle libertad, espacios inhóspitos, agua a raudales en la que se movía cómo un pez; quisimos darle todo lo que a nuestro alcance tuvimos y pudimos.
Pero ella nunca quiso esta vida, estamos muy seguros de ello….vivía en conflicto permanente con un entorno impuesto.
Si hubiésemos podido “tirarnos al monte”, llevar una vida aislada en comunión con la naturaleza…un imposible para nosotros y quizás un sueño para ella.
Y un día, un miércoles para más señas, al llegar del monte como cada tarde, no quiso comer….no era extraño, en ocasiones ella misma regulaba cuando comer.
La notamos extraña, tumbada en su sitio preferido de la casa; con la cabeza erguida, altiva y digna como siempre. Extraña sí, pero dentro de su forma de comportarse.
Al día siguiente no quiso comer y eso nos alarmó, decidimos que el mismo viernes la llevaríamos al veterinario.
Y el viernes por la mañana nos preocupamos y mucho, no quiso levantarse para salir; volvimos del trabajo y la llevamos al veterinario.
La sucesión de acontecimientos es demasiado extraña, vertiginosa y cruel, como para detallarlos; sí que recuerdo que en ningún momento se quejó o mostró un semblante dolorido….pasó de una placa a una ecografía, de una ecografía a un sedante y a un tac, de un tac a una mesa de operaciones……no llegó a despertar, y aunque hicieron por ella todo lo humanamente posible a las 24 horas de esa operación dejó este mundo. Un colapso generalizado de los riñones acabó con su vida.
Aunque creo que fue mucho antes, a las 12 horas de la operación nos llamaron para que pudiésemos verla …sutil forma de decirnos “hay que despedirse”.
Nunca olvidaré su cuerpo tumbado, su respiración pausada…los ojos abiertos pero sin luz en la mirada….y cuando la toqué, sentí el frío de su cuerpo y supe que ya se había marchado.
Volví a mi trabajo sin esperanzas, sin alma y sin espíritu…vagando en la rutina y roto por un dolor inmenso y profundo. En un momento dado me quedé mirando al cielo….las nubes cubrían la mayor parte, y de repente la vi…..idéntica forma a la fotografía que encabeza este homenaje, era ella… la nube había formado su cuerpo…era mi loba.
Y se fue, de una forma tan profunda que no quedó rastro de ella en su santuario…en nuestra casa….se fue de una manera tan imprevista y rotunda que aún hoy nos preguntamos si no lo hizo con la astucia que siempre le iluminó…..pero la realidad es que ya no está con nosotros.
Sus cenizas reposan bajo tierra, en su río preferido…en un recodo aislado y alejado de todo ser humano…son sus restos, pero necesitábamos hacerlo por nosotros.
Aprendimos de ti tantas cosas, respeto….libertad….y ante todo tuvimos la oportunidad de sobrevivir a la estupidez generalizada con la raza, entender y comprender que en el perro lobo checoslovaco lo más importante no es lo que debemos hacer con él…lo verdaderamente importante es entender que son diferentes.
Estar dispuestos a asumir esa diferencia no es fácil, y querer darle la oportunidad de sobrevivir muy difícil.
Leah siempre será libre, nosotros seguiremos intentando aprovechar cada oportunidad que nos brinde la vida para sobrevivir y nunca podremos olvidar tu SER.
In memoriam