“Las decepciones no matan, y las esperanzas hacen vivir”. La escritora francesa George Sand – seudónimo utilizado por Amandine Aurore Lucie Dupin – reflejó de un modo tan increíblemente sencillo el ciclo perpetuo de la voluntad humana.
Y resulta tan aplastante, tan educativo, que la propia experiencia vital nos doctora día a día en la cátedra de la esperanza.
No queda otra, nos pese… nos reviente, o nos ponga como un basilisco; toda decepción es un mazazo a nuestro ego, una bofetada a nuestra voluntad….pero no mata.
Y sobre todo, nos ofrece la oportunidad de comprobar que nada, ni nadie, debe arrebatarnos la esperanza. Esperanza que nunca debe ser resignación o postración de rodillas a la espera de un milagro.
La esperanza debe ser vital, activa y mover voluntades; debe renovar la voluntad para que esta ponga en marcha de nuevo nuestra capacidad de lucha.
Desde que el ser humano inició la andadura, de lo que hoy damos en llamar historia, – entendida como el estudio del pasado de la humanidad – hemos comprobado cómo un hecho (en ocasiones leyenda, en otras muchas totalmente objetivo) se repite a lo largo de los siglos.
Desde la mitología romana, atribuyendo la fundación de Roma a los gemelos Rómulo y Remo que fueron amamantados por una loba, pasando por casos reales y contrastados, podemos comprobar cómo niños y niñas de corta edad son “adoptados” en casos concretos por manadas de lobos o incluso por un sólo ejemplar.
Uno de los casos más llamativos e increíbles, emocionalmente devastador por su propio entorno, se produjo en los años 50 en España.
Marcos Rodríguez Pantoja vivió en soledad desde los siete a los diecinueve años en Sierra Morena, su único referente fue una manada de lobos y el cine llevó, en el año 2010, la historia a la gran pantalla de la mano del director Gerardo Olivares con la película “entre lobos”.
Sin entrar en polémicas – sobre si fue tanto, o fue tan poco- puedo afirmar que Marcos es un ser humano especial, tuve el honor de conocerlo personalmente en Puebla de Sanabria.
Y les puedo asegurar que me puso la piel de gallina, lo conocí en una monográfica del perro lobo checoslovaco y pude verlo interactuar con cachorros y adultos de plc.
Un ser humano sencillo, natural…tan absolutamente natural, un ser humano diferente; si….muy diferente a las dobleces humanas, a la hipocresía, al falsete y la impostura, al propio materialismo inherente a la condición bípeda pensante.
Un ser humano sin doctos estudios ni avalados grados, una persona que no precisa ni de “cultura” elevada, ni de serios estudios, para transmitir.
Y he aquí lo que me dejó sin habla, su timidez lo hacía ser tan “niño”….tan absolutamente natural….sus escasas palabras eran sentimientos que desbordaban vida, vida real……una vida tan dura; tan extremadamente cruel en el fondo….
Crueldad nacida de sus congéneres, de su propio padre….de aquellos que lo trataron como un verdadero esclavo a la tierna edad de siete años.
Marcos tiene algo único, incalculablemente extraordinario; tiene sinceridad en la mirada, bondad en sus gestos y sobre todo lo vi disfrutar – reconozco que casi se me saltan las lágrimas – rodeado de cachorros y adultos de perro lobo checoslovaco.
Se agachó en un momento dado, y con la boca mantuvo un enternecedor diálogo con un cachorro de unos cuatro meses…..juro que en ese momento se apreciaba un vínculo, un lenguaje común….fue un momento inolvidable.
La vida, me contó, lo ha tratado de manera muy “humana”; lo han engañado, le han robado literalmente, y en definitiva se han aprovechado de su propia naturaleza.
Marcos no tiene cabida en esta sociedad, un niño criado entre lobos no tiene futuro entre los mayores depredadores del planeta.
Somos así y nuestra dominancia se basa en una lucha a muerte por figurar, por aparentar sin ser; por la prevalencia de lo aparente y el abandono de lo real.
Incapaces de convivir si no es compitiendo, competimos hasta la saciedad y en ese itinere humillamos, aplastamos y destrozamos todo aquello que se interponga en nuestro camino.
No hemos aprendido absolutamente nada en estos últimos siglos, nuestras universidades forman pequeños guerrilleros de la emboscada y el sálvese quién pueda, un ejército de desocupados en el que los conocimientos no son un bagaje que ayude a entender o ser…no, son municiones para perpetuar la guerra del más poderoso.
Nuestras vidas nos pertenecen por derecho propio, sin duda, el problema es cuando intentamos que ese viaje corto y pasajero se asiente en la espalda de los demás.
La decepción es evidente, sobra decir que tras ella existe la esperanza; esperanza al comprobar que un niño….puede y debe desarrollar todo lo bueno que el equilibrio en este planeta necesita.
Nuestra raza, el perro lobo checoslovaco, en estos momentos es un niño en ciernes; se encuentra en esa etapa en la que de nuestras acciones derivará su futuro.
La mayor enfermedad del plc, la más peligrosa, no es la mielopatía degenerativa, no es la displasia de codo o de cadera, ni tan siquiera el enanismo; no….la mayor enfermedad del plc somos nosotros.
Aquellos que nos arrogamos el liderazgo cual dioses omnipotentes, capaces de convertir al plc en moneda de cambio de ambiciones y frustraciones; protagonistas del “tú más” y de mi razón es ley.
En definitiva miserables diosecillos, de lo absurdo, empeñados en ser los más doctos y sesudos organizadores del futuro del plc; y lo más grave…lo más escandaloso, olvidamos el presente de esta raza; olvidamos la necesaria e inaplazable oportunidad de difundir, defender y potenciar su existencia hoy, hoy…no mañana.
Las decepciones no matan, sin embargo si que dejan heridas profundas.
Tan profundas que toda nuestra esperanza, y nuestra capacidad de lucha, poco o nada podrá hacer por el perro lobo checoslovaco si no somos capaces, como Marcos Rodríguez Pantoja, de agacharnos frente a un cachorro y dejarnos llevar por su naturaleza.
Mostrando respeto, admiración y comprensión por esta raza puede que logremos algo; con estupidez, arrogancia, ambición y protagonismo…. lograremos ser los responsables de su indudable destrucción.
Gracias Marcos por tu vida, y sobre todo por tu inmensa sabiduría….gracias de corazón.
Que los niños y los lobos siempre guíen tu existencia.
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