Si algo destaca en la raza, de manera muy notable, es lo llamativo que resulta el lenguaje corporal en el plc.
Pero del mismo modo que su actitud puede inducir a equívocos, si le unimos las señales corporales tendremos un complejo ritual muy difícil de entender para aquellos que desconocen la raza.
Provocando, en muchas ocasiones, no pocos equívocos relacionados con una aparente “agresividad” que en absoluto se ciñe a las verdaderas intenciones del animal.
De una forma muy básica entiendo que las señales, en cualquier especie animal, son la suma de tres factores muy definidos; el primero el lenguaje corporal pasivo y visual – la postura corporal -, en segundo lugar la emisión de sonidos como medio de comunicación, advertencia o decisión; y en tercer lugar la suma activa de los dos factores anteriores, lenguaje corporal activo – sonidos- y acción.
La morfología del perro lobo checoslovaco está preparada para comunicar de inmediato y a distancia cualquier señal. La cola en el plc es un banderín de señales preparado para poder ser visto a mucha distancia, reminiscencia sin duda de su origen lobuno, la densidad del pelaje y el propio contraste de colores, acabado en un “pincel” de tono oscuro, resultan visuales y llamativos.
El pelaje que va de la cabeza a la cola, recorriendo todo el lomo, es otra herramienta exageradamente visual cuando esta se eriza, las orejas son así mismo otro emisor de señales, si bien más complejas.
El hocico, al menos para mi, resulta la parte más extraordinaria; cuando la trufa se recoge hacia arriba mostrando la imponente dentadura del plc……resulta verdaderamente intimidadora. Todo lo anterior puede ir acompañado de multitud de sonidos, gruñidos profundos, aullidos, ladridos cortos y un largo repertorio que varía en cada situación.
Hasta aquí la parte más visual, la más exagerada, y sobre todo aquella que puede infundir preocupación, temor e incluso rechazo cuando se produce con otro perro; digamos que serían las señales más activas o previas a una acción concreta.
Pero el plc tiene y mantiene, además, otras señales que podríamos definir como señales de “calma”, de tranquilidad, de relación con su entorno habitual; es tan rico y peculiar este lenguaje que se podría escribir un tratado extenso.
Desde el ritual de rodearte dando vueltas con la cabeza agachada, y las orejas totalmente plegadas, moviendo la cola como un plumero; pasando por el ritual de “recibimiento” a base de piruetas saltos “mordiscos” y lametones; continuando por la extraña y generalizada costumbre de dormir con la espalda pegada al suelo y las patas totalmente abiertas en posturas de lo más divertidas.
Pero las señales que pueden resultar equívocas nunca serán las de “calma”, las que en ocasiones pueden dar una imagen distorsionada del plc son las activas.
Y aquí no pretendo, como en anteriores ocasiones, plasmar una guía práctica….ni mucho menos…tan sólo reflejar aquello que personalmente he podido y puedo comprobar con los ejemplares con los que convivo.
El plc y en comparación con otras razas resulta muy “avasallador”, muy “exagerado” en sus relaciones entre congéneres de raza y sobre todo con otras razas. La impresión inicial, y sobre todo si se encuentra atado, es de que puede atacar al animal que tenga delante y por el que haya mostrado interés.
De machos a hembras va un mundo, cada ejemplar es otro universo; pero al menos en el caso de nuestra hembra Leah e incluso de Ciro, el cachorro macho, sus relaciones con otros perros – desconocidos – se inician con un ritual de pelo erizado, cola en alto y actitud “indefinida”.
El desarrollo del encuentro depende de muchos factores, si los ejemplares – todos – van o no atados, si la actitud nuestra y del otro propietario es de tranquilidad y no de obsesiva y nerviosa reacción; pero en definitiva siempre debemos conocer que un plc mantendrá – por regla general – una actitud dominante y tensa en un principio.
Resulta muy difícil establecer una pauta de comportamiento, por parte de los propietarios, pero si que en multitud de ocasiones he explicado al otro dueño – estando siempre muy atento a cualquier reacción negativa – que esta raza es muy “de apariencias”, muy de rituales y que en ambos casos no significa que su intención sea la de atacar al otro animal.
Del mismo modo resulta muy difícil encontrar otros propietarios que permitan la “auto regulación” de los animales, es lógico y razonable; pero cuando esto ha sucedido siempre he podido comprobar cómo lo que en apariencia eran señales agresivas se convertían en juegos, carreras y una buena relación con otros perros.
Complejo asunto, dónde cada propietario de plc conoce sobradamente las señales de su “teatrero” ejemplar; pero no deja de ser en ocasiones un estigma que las señales de un plc provoquen equívocos.
Es responsabilidad – de cada propietario de plc – intentar al menos que se conozca que, la raza se comporta muy visualmente; muy exageradamente y no siempre es lo que parece……
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