“Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular“. Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, escritor de la Rusia Zarista y sin duda uno de los grandes de occidente y maestro de la literatura universal.
Y es que ya lo decía el sabio Aristóteles, la única verdad es la realidad; nos preocupa la globalidad, nos duele el tortuoso camino del conjunto de la humanidad… pero a la vez observamos mezquindades, y personas demasiados ruines cómo para merecer respeto.
Es nuestro sino, el sello marcado a fuego en nuestra evolución; más de 40.000 años en este planeta – aparición aproximada del Cro-Magnon – nos han enseñado muy poco, más bien hemos aprendido a destruir tras esforzarnos durante siglos en construir. Resulta paradójica la capacidad dual de crear y destruir.
Y es que no sabemos, o no queremos, leer lo básico; lo natural, aquello que nos da la vida…agua y tierra.
Siglos empeñados en dotarnos de “maravillosas” fórmulas de convivencia, de modelos sagrados para regular la vida cotidiana; siglos salpicados de un reguero de destrucción muy por encima de la esforzada construcción.
Y aquí estamos, impertérritos ante nuestra propia obra; nos importa el presente, nos preocupa el día a día…nos sentimos elfos inmortales y vivimos cual si nuestro destino final fuese ….una vida infinita.
Y no aprendemos, seguimos siendo tan cegatos como un topo; nos importa un bledo si los recursos naturales se agotan, nos la sopla literalmente si la masa forestal desparece día a día…somos dioses de un Olimpo tan ridículo que provocaría risa si no fuese por su postrero llanto.
Es fácil, lo se, lo se, es muy fácil, plantear el problema y no exponer soluciones; pero nos debe preocupar, debiera inquietarnos lo suficiente cómo para detener nuestra alocada marcha diaria y observar…..tan sólo observar.
Y convivir con un plc nos enseña a observar, si….puede sonar ridículo pero en mi caso me ha aportado, al menos, la capacidad de observar.
Esta curiosa raza te arrastra hacia entornos naturales, y me enerva cuando se plantea el “axioma” de que siempre se observan fotos de plcs en espacios naturales y muy pocas en entornos urbanos……me cabrea de un modo supino.
Acaso no resulta evidente que la naturaleza ofrece mucho más interés, para cualquier animal, que el asfalto y las aglomeraciones humanas…por lo visto aún hay quién lo duda.
Esta extraordinaria raza te dirige sutilmente hacia espacios naturales, convierte tu tiempo en un paréntesis de la vorágine diaria; y con el paso del mismo observas, te maravillas con la comunión del animal y el entorno.
Cerca, muy cerca de nuestra casa hay un pequeño bosque; al que nunca antes había prestado atención, siempre estuvo ahí, era una silueta recortada contra el cielo de manera permanente.
Un espacio más, un lugar sin mayor interés; y llegaron Leah y Ciro a nuestras vidas, y ese bosque poco a poco se convirtió en un destino diario….en un lugar importante, para ellos y para nosotros.
Un lugar lleno de vida, increíble explosión en cada estación del año; he descubierto desde pequeñas flores de montaña, pasando por impresionantes rapaces y culminando con zorros y corzos…..nunca hubiese imaginado que, a escasos mil metros de casa, la naturaleza reinase de ese modo.
Y han sido ellos, ese par de locos con aspecto de lobos, y su innata tendencia a la exploración, los que me han proporcionado momentos increíbles y sobre todo inquietantes.
He vivido y vivo cada estación del año como una maravillosa forma de observar la vida real, esa que a todos se nos escapa y a la que debemos nuestra existencia; observo y me maravillo con una simple puesta de sol, mientras las rapaces se recortan en el cielo en su habitual ronda.
Observo y me pasmo viendo como este par de locos persiguen a un corzo entre la densidad del bosque de robles; como vuelven jadeantes a darme “novedades” sobre su infructuosa aventura…pero con un brillo especial en los ojos y una desbordante satisfacción.
He aprendido a sentirme bien en ese entorno, me aporta algo que no sabría definir….quizás una paz necesaria; tal vez un equilibrio perdido.
Y ese bosque, ese pequeño retazo de naturaleza, es nuestro bosque animado; es un universo de vida, un cosmos de sensaciones y ante todo un misterio.
He vivido momentos inexplicables, he visto como ante un espacio concreto de nuestro bosque animado Ciro se frenaba de golpe; se pegaba a mí y evitaba pasar por un pequeño grupo de árboles y matorral bajo…me he internado buscando mientras él permanecía fuera del lugar, lo he “peinado” al milímetro sin encontrar nada que hubiese perturbado de esa forma al animal.
Incluso me he detenido a escuchar..y juro que he sentido una extraña sensación, no desagradable pero si distinta; inexplicable pero cierta, y la realidad es que esa tarde Ciro evitó el lugar como nunca antes lo había hecho.
Naturaleza viva, bosque animado al fin y al cabo; nuestro hogar ancestral y parte de nuestra existencia.
Observar es bueno, sentir es necesario, pero lo que realmente importa es comprobar que formamos parte de algo demasiado vital, demasiado importante, y que estos dos animales me han enseñado a respetar.
Cuanto más vivo más valoro estos momentos, y doy gracias por compartirlos con ellos…simplemente.
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