“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”. Antonio Machado Ruiz, gran poeta español y el más joven representante de la llamada generación del 98, fallecido en el exilio francés en 1939.
Vivir es un ejercicio, pesado en ocasiones y siempre necesario; y como todo ejercicio, requiere de perseverancia para lograr resultados.
Cada cual es libre de marcarse metas, de ver pasar la vida o incluso de vegetar de forma permanente.
Y en ese ejercicio tan complejo, tan increíblemente complejo, que supone vivir….. los sueños son un pilar que sustenta nuestra naturaleza, nuestra imperiosa necesidad de ser o tener.
Hay quien alimenta sus sueños, hay quién simplemente los observa y los considera inalcanzables…..y existe una raza especial, de hombres y mujeres, una estirpe que perdura desde que el ser humano pobló este planeta…..son los cazadores de sueños.
Juramentados en torno a un modo de ser, iguales en tesón y perseverancia, ubicados en cualquier país, estrato social y comunidad.
Nacemos iguales, indefensos y dependientes, nacemos preparados para absorber; la propia vida nos dará capacidades, debilidades y nos quitará aquello que no podamos o sepamos tener.
Pero esa misma vida, corta e intensa, nos da a todos sin excepción un tesoro incalculable; la capacidad de soñar y en su momento despertar como culminación de cualquier sueño.
Y ellos, los cazadores de sueños, desde la noche de los tiempos han perseguido cada sueño hasta darle caza, hacerlo suyo y despertar al resultado.
En este nuestro país, hemos dado a luz una ingente legión de cazadores de sueños; hombres y mujeres que a pesar de las dificultades, a pesar de la miseria material e intelectual, han sabido ser constantes, machaconamente tozudos y admirablemente tenaces.
Y toda sociedad se mueve y avanza, o se estanca y retrocede, gracias a esa estirpe de seres vivos…. capaces de anteponer la persecución de un sueño a la agonía de la realidad.
Los animales no persiguen sueños, no precisan de ese ingente ejercicio, los animales son en ocasiones el sueño en sí.
Nos admira su libertad, nos apasiona su comunión con la naturaleza y nos subyugan sus misteriosos sentidos; a tal extremo que lejos de emular su condición asesinamos su ser.
Es la triste historia de nuestra miserable capacidad para matar todo aquello que no podemos tener, matamos sentimientos cuando no podemos alcanzarlos, y matamos animales por el puro placer de matar…..un placer que esconde debilidad, envidia y falsa supremacía.
El lobo ha sido el máximo exponente, o uno de los grandes perjudicados, animal totémico dónde los haya; admirado, temido, perseguido y exterminado.
Los cazadores de sueños saben que en ese exterminio, en esa histórica persecución, el hombre ha descargado sus miserias y su peor lado oscuro en ese ejercicio penoso.
Hemos querido contener el agua entre nuestros dedos, encerrar la libertad en una jaula y abatir a tiros un sueño.
Pero en esa vorágine destructiva hemos llegado a puntos intermedios con el lobo, lo hemos querido domesticar; y vimos la oportunidad con la hibridación de las especies.
Nació el perro lobo checoslovaco, creció a duras penas en un entorno militar y de servicio para los intereses del hombre….pasó a manos civiles y tuvimos la oportunidad de compartir un sueño.
Con mayor o menor fortuna, todos los que admiramos al lobo, nos hemos convertido en cazadores de ese misterioso sueño; el perro lobo checoslovaco encierra una parte importante de esa libertad, de esa capacidad sensitiva, de ese misterioso mundo extra sensorial.
Una vez cazado el sueño, o al menos parte de él, nos toca despertar…..Antonio Machado afirmó que lo mejor del binomio vida – sueño es el despertar.
Y sin duda lo es, es el momento de ver, de tocar, de sentir, de llenarnos con lo bueno y malo y de intentar comprender; es el momento de devolver al sueño su derecho a pervivir.
Todo cazador de sueños sabe que lo realmente importante, lo que da sentido a dicho ejercicio, es el respeto a la presa…..una vez a nuestro lado, una vez alcanzada…..hemos de respetar su SER.
Valorar el esfuerzo empleado, aquilatar la razón del camino recorrido y saber que todo lo que vale cuesta y todo lo que llega a costar tiene un valor incalculable.
Y el perro lobo checoslovaco no es una excepción, representa a la libertad, es heredero de la naturaleza y ante todo rey de los sueños.
Merece un respeto, merece ser observado con ojos imparciales, merece todo lo bueno que podamos aportarle y nos devolverá el reflejo de la naturaleza.
Cazar un sueño no es un ejercicio de destrucción, nunca puede ser la meta en sí misma; cazar un sueño es acercarnos con mucha dificultad hasta él, tocarlo, sentirlo, empaparnos con su belleza y beneficio y respetarlo.
De lo contrario mataremos los sueños, asesinaremos a todos y cada uno de ellos; no dejaremos nada a los nuevos cazadores de sueños….. y la vida será simplemente un ejercicio mecánico de supervivencia.
De cómo tratemos a esta raza, de cómo seamos capaces de entenderla y preservarla depende su futuro; el sueño primigenio…el lobo…está casi exterminado, y lo peor de todo es que matamos la ilusión día a día….con cada lobo exterminado matamos un gran sueño.
Nosotros, todos aquellos que hemos alcanzado un sueño pequeño, tenemos la obligación de preservar a esta raza en todo su esplendor, con lo bueno y lo malo pero con honestidad.
El gran sueño puede que algún día vuelva a recorrer libre nuestros bosques y nuestras montañas….mientras tanto hagamos que sus herederos puedan mirar hacia el bosque con una mirada misteriosa, limpia y única.
Un cazador de sueños siempre despierta a su enorme grandeza.