“La diferencia engendra odio”. Henry Beyle escritor francés del siglo XIX más conocido por su seudónimo Sthendal, considerado como uno de los grandes representantes del denominado realismo literario y fallecido en París en 1842.
La vida nos enseña a golpe de mazo, siempre y cuando nos molestemos en aprender; y nos perdemos lecciones magistrales, conscientes de que asistir a clase es una pérdida de tiempo.
El ser humano se forma en escuelas infantiles, primarias, secundarias de formación profesional y en universidades; todo ello conforma el sistema educativo público o privado según sea el caso. Y establecemos la obligatoriedad de las primeras fases educativas.
Sin embargo apostamos toda nuestra responsabilidad familiar a una educación reglada, dirigida y no siempre acertada.
Estereotipos, modas, tendencias y el uso extendido de la costumbre, han generado una dinámica que nos arrastra; nos despreocupamos de lo realmente importante.
Educar en valores, compartir y aceptar que no todo es blanco o negro…. ni tan siquiera gris, es algo que cada día se olvida.
Es mucho más cómodo mantener la política del avestruz, y esconder la cabeza ante el evidente fracaso del sistema educativo.
Hay asignaturas pendientes que nos asolan cual plaga bíblica, muchas…demasiadas.
Pero existe una que no deja de llamarme la atención por recurrente, fuente de muchas estupideces humanas que tratadas a tiempo hoy no sufriríamos.
Valorar, entender, respetar y admirar la diferencia….ahí reside la clave para no convertirnos en una manada de babuinos cabreados permanentemente.
Las diferencias nos abruman, nos dan miedo y nos ponen alerta; lo diferente es una transgresión en una sociedad en la que todo debe estar etiquetado y dentro de un determinado orden.
Ella nació diferente, llena de vida y con una mirada limpia y profunda; todos se alarmaron desde sus primeros meses de vida, era diferente.
Diferente de manera radical, no encajaba en el mundo artificial que nos hemos dado como hogar; mil y una teorías empezaron a martillear las mentes de quienes convivían con ella.
Mientras los humanos se retorcían en su profunda ignorancia ella fue creciendo, viva y fuerte, plena de vida y de capacidades…apta y notable en su verdadero mundo….la naturaleza.
Impotente y absolutamente incapaz de convivir con normalidad con un entorno humano, forzada hasta la saciedad por cursos, procesos intensivos de socialización humana, consultas con los mejores especialistas en etología….ella siguió siendo, sin querer ni poder adaptarse a un mundo que nunca fue suyo.
Libre y plena en la naturaleza, llena de capacidades, observadora, astuta y noble con su entorno, divertida y alocada siguió sufriendo la diferencia.
Nunca encajó en esta sociedad, por supuesto menos aún en el estándar del perro lobo checoslovaco; su carácter se define como imperfecto y se desecha por completo.
Creo sinceramente que lo anterior le importó siempre un bledo, lo verdaderamente importante para ella siempre ha sido estar al lado de los suyos, disfrutar cada minuto y sobre todo poder ejercer su verdadera pasión…ser libre y diferente.
Y ha sido repudiada, incluso hasta ridiculizada; nadie se molestó en valorar, entender, respetar y por último admirar su diferencia………. costó mucho esta lección, mucho.
Y puedo hablar con absoluto conocimiento de causa, fui uno de los que tardó en aprender una gran lección.
La lección no es otra que el respeto ante lo evidente, lo absolutamente verdadero, la esencia de un ser que al margen de sabios de cátedra y de salón ha demostrado que a sus 3 años no sólo reivindica su diferencia …..la luce con el orgullo natural de quién es y no necesita aparentar.
Una lección compleja, difícil sin duda, y que día a día remacha su razón de ser.
Leah es diferente, ella soporta lo justo la presencia de seres humanos ajenos a su entorno; y lo demuestra con una cautela que es un libro abierto….para quién desee leer.
Lejos de mi intención valorar la genética o la influencia de sus ancestros, de los comunes procesos de la llamada “socialización” podría escribir mil y una líneas ….concluyendo que, nada ha servido para modificar su ser.
Ella es, ha sido, y será; recibió el mismo trato, vivió en el mismo entorno de camada que sus hermanos.
Y sin embargo es diferente, nos demuestra día a día un inmenso poder, una inmensa capacidad para darnos su esencia en cada minuto del día.
El ser humano propone y la naturaleza dispone…..no todos los perros lobos checoslovacos son iguales, el experimento que desembocó en esta raza nos da una de cal y muchas de arena.
Nos empeñamos en modificar, moldear y ajustar su ser a un entorno que nunca les proporciona satisfacción; nos empecinamos en destruir la diferencia.
Y en ocasiones llegamos a entender que, el ser se compone de la rebeldía suficiente para no doblegar su esencia ante nuestra voluntad.
Somos libres para opinar, soberanos para juzgar y maestros en polemizar; somos sesudos especialistas en la raza, somos tan ignorantes que llevamos la peor de las vendas en los ojos…la de la igualdad.
No todo ha de ser igual, y la diferencia no es un estigma ni algo negativo; la diferencia, en ocasiones, es un grito ahogado…..un hecho rotundo y enriquecedor.
Probablemente nunca seamos capaces de valorar, entender, respetar ni admirar muchas diferencias……pero al menos podemos ser observadores; con la mente y la mirada limpia y sentados en pleno bosque observen a un lobo….quienes tengan la fortuna de hacerlo.
Yo nunca he podido hacerlo……. pero sentado en pleno bosque he observado a Leah, y les juro que he sentido el espíritu de una loba, de una maravillosa loba ante la que rindo mi ser cada día…
Gracias por ser tú misma.