“Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.” Abraham Linconl político estadounidense y décimo sexto Presidente de la nación, asesinado en 1865.
Nos encontramos de paso en esta vida, algo tan cierto como ignorado, un paso corto sin duda; pero nuestra innata capacidad para ejercer el arte de la inmortalidad nos aporta tintes olímpicos.
Así lo importante es vivir, condicionados por todo lo superficial y esclavos de las circunstancias, y ojo que no resulta sencillo eludir la letra pequeña de este contrato vital.
La vida fluye, sin duda, siguiendo un cauce tan ajeno a nuestra simple voluntad que resulta un suicidio nadar contracorriente. Y sin embargo hay seres que nacen, viven y mueren con la firme convicción de dar sentido a sus vidas.
Cada cual toma un camino, toma decisiones y emprende acciones, que lo convierte en lo que es y quiere ser.
Podrá parecer una exageración desmedida, una gilipollez e incluso un rasgo de locura, pero cuando decidimos convivir con un perro lobo checoslovaco, conscientes de lo que hacemos, tomamos un decisión que influirá en nuestras vidas de un modo notable mientras dure esa convivencia.
Desde este medio, y en multitud de ocasiones, he intentado transmitir lo que considero vital e importante, honesto y necesario, para con la raza y aquellos que se aproximan a ella.
Con mayor o menor acierto siempre he pretendido aportar un poco de información, toda mi experiencia y por último un punto de vista personal y que quizás pueda servir como contra punto a quien se interese por ellos.
No hay esoterismo ni complicadas fórmulas para conocer y llegar a entender a esta raza, sinceramente creo que basta con observar, tras la información previa, sin prejuicios ni ideas preconcebidas.
La observación es importante, nos aporta rasgos del comportamiento y nos acerca a las costumbres y al uso de las mismas.
Sin embargo esta raza es diferente, los errores y aciertos en su selección, cría y educación, marcan filias y fobias de por vida; y a pesar de su complejidad algo me maravilla y me sorprende cada día.
Todo perro lobo checoslovaco, sin excepción en todos los que he llegado a conocer, tiene un denominador común; rasgos que lo convierten en un verdadero superviviente, un ser tozudo, tenaz y excelente nadador contracorriente.
Algo en esta raza, por encima de la intervención humana, la convierte en abanderada de su esencia, en ultra ortodoxa de sus orígenes y ultra conservadora de su herencia genética.
Así de claro y sencillo, así de complejo y enrevesado, podemos y debemos educar, “socializar” e intentar adaptarlos a un entorno concreto; podemos y debemos procurar que todo ello nos aporte y les aporte una convivencia adecuada….y sin embargo siempre pervivirá el sentido que un perro lobo checoslovaco lleva en sus genes.
Ser, simplemente ser, y sin entrar en filosofías baratas esta raza ante todo es.
Y podemos reconducir sus instintos, podemos modular sus actos, podemos regular sus hábitos y en definitiva podemos intentar adaptarlos a nuestro particular entorno.
Pero siempre observaremos que pervive en ellos un sentido extraordinario, una capacidad de observación absolutamente increíble, una astucia desmedida, una necesidad de integración vital, una dominancia natural y una necesidad de libertad tan inmensa como su asombrosa dependencia de nosotros.
Y todo ello los convierte en especiales, transgresores de modelos y pautas, empecinados en seguir siendo a pesar de su entorno.
Ese es el verdadero valor, estigma y anatema social, que los hace diferentes; a tal extremo considero dicha diferencia que en ocasiones pienso si acaso su propia existencia hoy no es un contrasentido.
El pasado de la raza lo conocemos, nos guste más o menos, sabemos por qué se creó y para qué; el presente también lo estamos viviendo día a día, con sus tendencias objetivas y sobre todo lo que acarrea en positivo y en negativo.
Pero al margen del entorno, y paralelamente a todo lo positivo y negativo, el perro lobo checoslovaco sigue siendo heredero de la loba Brita y los pastores alemanes Cezar y Kurt; el perro lobo checoslovaco reclama esa herencia día a día.
Lo que realmente importa no son los años transcurridos desde aquel 1958, lo realmente importante es la vida que con fuerza transmite la raza.
Una vida que podemos compartir, o podemos partir y anular según nuestro libre entendimiento; en nuestro saber y entender está la decisión.
Tan sólo seamos conscientes, sinceros y honestos, de lo que implica esa decisión.
Tomar el camino de compartir nuestras vidas con esta raza es una decisión muy importante, no ya para ellos….para nuestra propia vida.
Condicionan de un modo maravillosamente extremo, en ocasiones odiosamente radical….pero siempre bajo una absoluta entrega a nuestra guía y tutela; sin perder nunca su esencia y siempre buscando nuestra complicidad, en lo bueno y lo malo.
En definitiva, su sentido de la vida puede aportar un sentido a las nuestras.
Y siempre será nuestra decisión la que marque la diferencia entre los años de vida y la vida de esos años.