Teodoro.

Todo acto de bondad es una demostración de poderío“. Don Miguel de Unamuno y Jugo, escritor, filósofo, rector de la universidad de Salamanca y político bilbaíno máximo exponente de la llamada generación del 98.

La bondad es un valor en declive, un retazo de moral antigua… y ante todo  algo tan extraño, hoy en día, como ver un político razonablemente honrado.

No es fácil definir la bondad, pero si me lo permiten me decanto por una definición que me resulta muy acertada; la inclinación natural hacia el bien.

Y es que en nuestra “rectitud” humana somos propensos a muchas inclinaciones, cachondas la mayoría y nada dadas a patrones de moralidad obsoletos; hacemos lo que nos apetece, vivimos anclados en el más puro egoísmo individual.

El reino del yo prevalece por encima de cualquier otra disquisición o gilipollez bondadosa, es lo que hay y no da para mucho más.

Pero en ocasiones conocemos a alguien, u observamos una conducta, que nos impacta y de algún modo remueve nuestra sólida conciencia del rey yo.

Cual estrella fugaz, en nuestro pequeño firmamento, alguien o algo trastoca nuestro orden natural; nos confunde y nos inquieta…puede arrancarnos una sonrisa y en ocasiones una lágrima.

Mi propia profesión, en la que los actos de bondad son una flor en medio del desierto, me ha provocado quizás una especial capacidad para valorar cualquier inclinación natural hacia el bien.

La historia es sencilla, los personajes reales….aún cambiando sus nombres.

Aquella familia ganadera era y es el ejemplo más rotundo de una vida sacrificada, dura hasta extremos inconcebibles.

Trescientos  sesenta y cinco días de trabajo al año, sin fines de semana ni por supuesto vacaciones de ningún tipo; toda su vida giraba en torno al ritmo natural del ganado.

Una pequeña explotación ganadera de ganado bravo, vacas y toros, nada sencillo de manejar y mucho menos de alimentar.

Esta familia, ejemplar y esforzada, siempre precisó de soluciones alternativas para poder sobrevivir al día a día.

Soluciones para poder hacer frente a los pagos de camiones, tractores y demás útiles necesarios para sacar adelante un modo de vida en el que, cual caballeros cruzados, se empecinaron por tradición y costumbre.

En dicha lucha, de supervivencia e ingenio, decidieron “poner” unas ovejas que les aportasen carne para consumo propio.

Solución que aflojaría un poco el cinturón inexorable del día a día. Desconozco cómo ni cuándo, sólo recuerdo que un buen día, y estando de visita, me dijeron que le llevaban la comida al pastor.

No sé muy bien por qué pero aquello me llamó la atención sobremanera, tal vez al escuchar que se trataba de una persona introvertida y aislada del mundo exterior.

Quizás saber que no pisaba un núcleo urbano ni para cortarse el pelo, ya que se lo cortaba una de las mujeres de la familia ganadera.

Por una u otra razón aquello me atrajo de un modo especial, y siempre que había que llevarle la comida al campo – provisiones para una semana – me ofrecía voluntario.

Recuerdo la primera vez que lo conocí, Teodoro era un hombre curtido y de unos 60 años, aunque nunca supe con exactitud su edad, de caminar firme, serio y reflexivo……pero sobre todo parco en palabras.

No resultaba sencillo acercarse a su ser, y mucho menos con pinta de señorito gilipollas de ciudad – que al fin y a la postre era mi propia imagen – pero por alguna extraña razón, cada vez que tuve la oportunidad de estar con él y aún en el silencio más absoluto, creo que ambos nos encontrábamos en paz.

Teodoro vivía en una pequeña cabaña en el campo, pegada a los corrales, en aquel hogar un camastro, un par de alacenas, un baúl y una lumbre perpetua eran sus pertenencias.

Desde dicho campamento ejercía su profesión, trasladando cada día a las ovejas desde los corrales hasta pastos lejanos; pasaba jornadas enteras fuera de su cabaña y su vida transcurría en paz y con una libertad limitada por sus obligaciones.

Pero la mayor posesión de Teodoro no era material, tan siquiera el dinero que percibía por su trabajo y que nunca empleó en nada conocido, su mayor posesión eran sus perros.

Teodoro vivía rodeado de sus perros, recuerdo que al menos eran ocho, vivía inmerso en el lenguaje del silencio y la calma; tuvo un pasado, como todo hijo de vecino, pero poco me importó ni me importa si sus vivencias anteriores hicieron de él lo que era.

Un día le llevamos la comida y su preciado tabaco, no recuerdo qué había sucedido… pero sí recuerdo que sus provisiones se habían agotado.

Me senté al borde del camastro y Teodoro empezó a pelar patatas poniendo una olla con bacalao desalado al fuego.

Levantó la cabeza y me miró profundamente…. le dije que si necesitaba ayuda que me ponía manos a la obra y comíamos juntos…su respuesta fue.. “no te preocupes ya comeremos…ahora los que tienen que comer son los perros que llevan un par de días a pan y agua”.

Teodoro bajó la cabeza, y sus ocho perros tumbados cerca de la lumbre lo miraron.

En aquel momento percibí un vínculo tan extraordinario entre ellos……… que juro nunca podré olvidar.

Teodoro se apartó del mundo, sus razones tendría, pero no se apartó de la nobleza y de la bondad; amaba a sus perros con locura y prefería pasar hambre antes de que ellos sufriesen penurias.

Teodoro murió en su camastro, me contaron que lo encontraron dormido y con el semblante en paz; nunca dudaré al respecto, esa paz no se logra de otro modo.

Esa paz fue el fruto de su perfecta comunión con su entorno, Teodoro fue un hombre bueno.

Aquellos que compartimos nuestras vidas con animales, y en especial con pedazos de naturaleza, debiéramos ser como fue Teodoro.

Poco dados a estridencias y alardes, reflexivos y ante todo bondadosos con aquellos seres que, a pesar de no escogernos, morirán a nuestro lado.

Si somos capaces de vivir y generar un vínculo parecido, si llegamos a acercarnos a algo así…puede que el día en el que Caronte nos lleve en su barca la paz se refleje en nuestro rostro.

Hoy en este mundo, del llamado perro lobo checoslovaco, existe demasiada inclinación a la opereta, demasiada inclinación al folletín y creo que muy poco poderío….Teodoro sí fue muy poderoso.

In memoriam.

Un cuento, érase una vez.

El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad“. Giovanni Papini, escritor italiano fallecido en 1956 y considerado uno de los grandes de la Italia del siglo XX.

Tendemos a la medición absoluta, nos obsesiona la medida y nos place sobremanera establecer patrones; medimos el tiempo de un modo tan preciso y exquisito que los árboles no nos dejan ver el bosque.

Todo en esta tierra, absolutamente todo, tiene un ciclo. En ocasiones vital y en otras muchas temporal.

Los ciclos naturales fueron la medida del tiempo para el ser humano, hasta que Julio César implantó el denominado calendario Juliano y posteriormente – en 1582 – el Papa Gregorio XIII estableció el actual calendario vigente en casi todo el mundo.

Juliano, Gregoriano o de Vallecas el calendario no deja de ser una medida irreal; un sueño pasajero en el que pretendemos la renovación y poner puertas al campo.

Un año es una medida clara, concreta y establecida; el cachondeo llega cuando esta misma noche damos por fenecido el año y abrimos el cajón de los sueños para el siguiente. Somos así de voluntariosos, así de ilusionados y sobre todo inocentes hasta la médula.

Verán ustedes, uno que es un pelín asocial…..lo confieso sin rubor…. cada 31 de diciembre se hace la misma pregunta: ¿Qué diferencia hay entre hoy y mañana?

Al margen de la sacrosanta y vital juerga nocturna, de la bacanal gastronómica, y de ponernos como un atún a base de mil y un elixires en honor a Baco…o sea pillando un pedal de los de órdago,  al margen de lo anterior…. creo que poco o nada cambia.

Somos cabezones y tozudos cual mula de tiro, y cada 31 de diciembre juramos y perjuramos buenos deseos para el año entrante. Pero todos sabemos que, quitando algunas honrosas excepciones, todo seguirá igual….o peor.

Entre el 31 de diciembre y el 1 de enero media una noche, larga y llena de celebración, media un ciclo establecido por el que cerramos la puerta de un periodo y abrimos la siguiente…..pero nada cambia de motu propio.

Todo cambio requiere instinto y voluntad, instinto para detectar su necesidad y voluntad para acometerlo.

Allá por el mes de mayo decidí iniciar esta serie de artículos, el instinto no es que jugase un papel determinante pero sí la necesidad y la voluntad.

Necesidad de aportar un pequeño grano de arena, a este apasionante mundo del perro lobo checoslovaco, y voluntad para intentar compartir experiencias y un punto de vista absolutamente personal.

Volviendo la mirada a esa fecha, a esa medida concreta, hoy que cerramos este año, mi propia necesidad y voluntad siguen intactas.

En cada artículo he intentado ser honesto, compartiendo lo poco que cada día he ido observando con estos maravillosos ejemplares.

Los míos propios, y aquellos que he tenido la oportunidad de conocer, han sido y son los protagonistas; por lo tanto un espectro muy limitado de la raza, sin duda, pero creo que suficiente para detectar algunas conductas generalizadas.

Nunca he pretendido, ni pretenderé, sentar ni una sola cátedra….. ni tan siquiera intentar imponer criterios; pretendo o intento provocar la reflexión en toda aquella persona que se acerque a estos increíbles ejemplares.

Pero el objetivo prioritario era, es y seguirá siendo…..informar, y animar a buscar una información veraz y sin tapujos, sobre el ayer y el hoy de estos animales.

Y cómo objetivo secundario, íntimamente ligado al prioritario, reclamar el respeto a la esencia del plc; su derecho a ser diferentes, su inalienable derecho a su herencia genética y a ocupar un sitio digno en nuestras vidas.

Deseos y voluntad, que ojalá influyan….por poco que sea…. en ese destino incierto que  mencionaba Giovanni. Pero la realidad sigue siendo mucho más sólida que la noche del 31 de diciembre y su oropel de buenos deseos.

Quizás este esfuerzo personal sea un cuento, una breve narración inspirada en hechos reales; pero como todo cuento no tendría sentido si no se comparten personajes, puntos de vista, conflictos y desenlaces.

Quizás tan sólo se quede en lo anterior, en compartir……resulta complicado, muy complicado, llegar a establecer qué es lo mejor para esta raza hoy y aquí.

Pero algo tengo muy claro…cualquier cosa siempre será mejor que el silencio o la mera expectación.

Siempre que no perdamos el tiempo en supremacías, discusiones estériles o luchas intestinas…. este es un reino que ni tiene trono ni aportará otro poder que la belleza ilimitada, de compartir nuestras vidas con estos extraordinarios ejemplares.

Seamos conscientes de ello, no intentemos medrar en este mundo cual si se tratase de una carrera política; aquí lo único que debiera importar es el bienestar, presente y futuro de la raza, la tenencia responsable y llegar a sumar instintos y voluntades.

El destino reinará, con o sin nuestra ayuda, pero sin esa complicidad de instinto y voluntad quedará en manos de cuatro mercachifles y mercaderes del templo del egoísmo.

Es posible que algún día, probablemente muy lejano, alguien inicie un cuento con la frase ….Érase una vez el perro lobo checoslovaco.

Nosotros no llegaremos a vivir ese momento, pero si hoy no cerramos voluntades y sumamos esfuerzos….es posible que el destino ejerza su fuerza imparable y el perro lobo checoslovaco se convierta en un recuerdo. 

Seamos cómplices del instinto y de la voluntad, recordemos que allá en los Cárpatos y a lo largo de las fronteras de Austria, la República ChecaEslovaquia, Polonia, Ucrania, Rumanía, Serbia y el norte de Hungría….aún hoy se puede escuchar el aullido del lobo.

Aullido que sigue siendo un grito de libertad y el regalo más hermoso que la naturaleza otorga, nosotros hemos heredado un pedazo de ese regalo…….esta noche y mañana seguirá siendo nuestra responsabilidad.

Érase una vez.

“La gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia”. Publio Ovidio Nasón, más conocido por Ovidio, gran poeta romano fallecido el año 17 d.C.

Charles Perrault acuñó la frase “il était une fois”  (érase una vez) para dar inicio a uno de sus cuentos en el año 1694. Desde entonces dicha frase abre un mundo de expectación al inicio de cualquier relato.

Y no hay porque ceñirse a relatos infantiles, no debemos perder la ilusión, la capacidad de asombro es algo que nunca debiera perderse por muchos años que nos vayan cayendo.

Érase una vez…..Un bosque cerrado y plagado de robles, de espesa vegetación y lleno de vida; rodeado, cual corona natural, por una formación rocosa que forzaba un difícil acceso a su interior. Un santuario natural y reducto ancestral, hábitat de lo vivo, sepulcro de todo lo muerto y santo grial de todo lo oculto.

Hogar de corzos y territorio de mil extrañas criaturas, campo abonado para las sensaciones y los momentos; en su seno y en lo más recóndito de su espesura, apenas cual murmullo, se escucha la respiración agitada de Luna.

En su primer celo la hembra dominante de su manada logró expulsarla. Su astucia y fortaleza la hicieron medirse tiempo atrás con ella, de un modo cauto pero imparable su instinto la forzaba a intentar ascender en la jerarquía.  

El sonido de la hojarasca, mientras Luna camina, armoniza con la melodía del propio bosque.

Siempre fue una excelente cazadora, astuta y certera supo ejercer su papel dentro de la manada; establecido el cerco era la más rápida cuando Reiko, el macho dominante, daba la orden de abalanzarse sobre la presa.

Sonidos, colores y olores, envuelven su cuerpo con un especial manto, con la fuerza viva de la naturaleza.

Pero Elora, la compañera de Reiko, siempre mantuvo su supremacía. Luna no pudo inhibir su primer celo, y Elora no perdonó aquella ofensa, aún hoy y con la respiración agitada, caminando por el bosque, recuerda el dolor de las heridas y el desconcierto del forzoso exilio.

La fuerza viva envuelve su cuerpo, su ser vaga intentando sobrevivir….buscando su sitio.

Días y semanas vagando…. fuera del territorio que fue su hogar, alimentándose a duras penas con bayas, raíces y pequeños roedores.

Fue duro, demasiado duro para ella, su cuerpo experimentaba un cambio brutal y una fuerza imparable la empujaba a buscar desesperadamente el rastro de un macho.

Necesitaba aparearse, aullaba cada noche hasta la extenuación….su llamada era cada día más profunda y más agónica. Llegó a romper su natural cautela, lo hizo sin poder evitarlo y se acercó a lugares prohibidos.

La noche encendía su ser, iluminaba su instinto, la propia oscuridad le daba fuerzas.

Siempre evitó al ser humano, su madre le enseñó a distinguir su olor, a huir de su presencia y a escapar de sus batidas; sin embargo aquel día, su desesperación y el hambre la acercaron a aquel extraño lugar.

Fuerza y astucia nada pudieron, instinto y cautela sirvieron de muy poco….cuando su vida pendía del hilo de un poco de comida.

El olor a carne fue su perdición y terminó en el fondo de aquella trampa, enjaulada y temblando. De aquella trampa pasó a una jaula, todo fue muy extraño muy rápido; hubo comida y lo más extraño es que aquellos seres le llevaron a un macho.

No era un lobo, no era de su especie,  pero ella estaba receptiva y aquel macho la cubrió. Los días siguientes notó extrañada un desmedido interés de aquellos seres.

Su cuerpo se transformó poco a poco, su instinto se agudizó y necesitaba soledad…absoluta soledad. Ellos la vigilaban, todos cubrían su cuerpo con el mismo color y las mismas prendas….pero olían muy diferente.

La comenzaron a llamar Brita, repetían ese nombre una y otra vez; Luna comía, ya no tenía esa sensación próxima al desfallecimiento…pero estaba inquieta y absolutamente intranquila. Carecía de lo más preciado, su libertad.

Este cuento, esta breve fabulación, pudiera ser el origen de nuestra raza….seguramente fue muy distinto; pero algo es tan cierto cómo el cielo que nos cubre……una maravillosa loba terminó en manos de los hombres para iniciar un experimento atrevido y complejo.

El lobo es una gota, constante y capaz de sobrevivir a todo….extraordinario animal que sin duda ha horadado nuestras conciencias, al menos algunas de ellas.

Brita fue el comienzo de una extraña aventura, el inicio de un proyecto militar; no puedo evitar recordarla en la mirada de cualquier plc, una mirada que atraviesa tu alma con la profundidad de una belleza salvaje.

Hoy y aquí, todos aquellos que disfrutamos de su compañía, todas aquellas personas que sabemos valorar esa mirada, rendimos homenaje a su esencia….a su libertad.

Hoy Brita vive en cada plc, nos recuerda que su sangre no fue fabricada en una granja, que su pelo no se desarrolló en una jaula….su ser es un aullido de libertad, que pugna por hacerse un sitio en nuestras vidas.

Valoremos la verdadera esencia de estos animales, porque respetando su ser quizás desde los bosques más profundos de los Cárpatos el aullido de una loba nos agradezca nuestro gesto.

Los Tercios Viejos.

“Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza”. Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd, más conocido como Averroes, filósofo y médico hispano árabe fallecido en el año 1198.

Averroes demostró una lucidez preclara, cordobés de nacimiento llegó a ser Cadí de Sevilla (gobernante y magistrado).

La ciencia nunca puede ser escondida, su avance es imparable en cualquier espíritu inquieto… la riqueza es evidente y la pobreza es insultante….pero la estupidez, señores..la estupidez es inmortal, omnipresente y poco dada al camuflaje.

Este nuestro país, o lo que va quedando del mismo, llegó a ser una temible potencia militar desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XVII; dicho poderío, fundamentalmente terrestre, se fundamentó en la creación de lo que se dio en llamar los Tercios Viejos.

Nacieron los tres primeros, el de Nápoles, el de Sicilia y el de Lombardía; y fruto de ese embrión crecieron unidades militares que fueron temibles leyendas vivas en todo conflicto armado.

Esto es simplemente historia, ni un panegírico belicista ni nada que no sea exclusivamente recordar hechos.

Lo increíble y curioso es que mucho más allá de lo novedoso de dichas formaciones militares, mucho más allá de su armamento y estructura jerárquica, subyace un elemento crucial……. el factor humano.

El nacimiento de los Tercios Viejos precisó de algo novedoso, esencial y revolucionario; no se crearon levas forzosas, ni se emplearon mercenarios a sueldo.

Se combinaron soldados experimentados con oficiales competentes, que en base a valores como el honor, la lealtad al rey y una cuasi integrista fe religiosa generaron una base humana única en su tiempo.

Hombres que de manera ciega, dejaron marcados hitos en la historia convulsa de los siglos XVI al XVII.

Pero la estupidez humana no tiene límites, es más llega a ser tan peligrosa que juega con la vida.

Esos hombres, que cosecharon grandes triunfos para su monarca, fueron maltratados a extremos inconcebibles; pagas atrasadas, escasez de vituallas y vestimenta y otras penalidades forjaron la sana costumbre del motín español.

Rebelión ordenada, y con carácter quasi reglamentado, el motín español llegó a negociar directamente con representantes del rey.

Ni tan siquiera estos avisos fueron suficiente señal para la estupidez humana, asentada en palacio y en sus consejeros, y poco a poco….el cáncer de la estulticia destrozó aquel proyecto.

La historia está plagada de ejemplos similares, grandes voluntades, sencillos hombres y mujeres dispuestos a morir por una idea y que en manos de estúpidos líderes acabaron en la cuneta.

La estupidez es una religión, un estado de ánimo y probablemente una absoluta carencia de inquietudes; la estupidez humana denota en muchas ocasiones un vomitivo desprecio a cualquier iniciativa, que no sea controlada y/o dirigida por el estúpido de turno.

El perro lobo checoslovaco en cierto modo, y me perdonen los puristas, es muy parecido a los Tercios Viejos; raza novedosa, revolucionaria y plagada de contrastes, raza en la que sus ejemplares destacan  – si algo se debe destacar – por su entrega y nobleza hacia el dueño.

Ejemplares dispuestos a emborracharse de nuestras acciones, cada uno es muy libre de optar por el camino que decida; unos con mayor conocimiento y estudio sobre la raza, otros  – entre los que me incluyo – con verdadera devoción y menos conocimientos y por último algunos con el marchamo de la estupidez por bandera.

La estupidez resta, nunca suma, el estúpido cree a píes juntillas estar en posesión de la razón, desprecia todo lo que no sea de su gusto; y en esta raza jugar a esto último nos aboca a todos al más absoluto fracaso.

Al igual que aquellos viejos soldados, curtidos en mil batallas y penurias, el plc en este país está cada día más en manos de reyezuelos de salón……… de consejeros de billar y en manos de monarquías tan absolutistas que ríase usted del rey sol.

Si la estupidez no remite, si seguimos restando, difamando, torpedeando y destruyendo…..esta raza acabará en la cuneta.

No tengo grandes conocimientos sobre la raza, nunca he pretendido dar lecciones de aquello que carezco; pero sí he intentado aportar, a quien haya deseado leer, vivencias, emociones y anhelos……

Sumar esfuerzos es ya imposible, el panorama de quienes tienen responsabilidades en este mundillo es parecido a los campos de batalla de Flandes; una terna de incompetentes cuyo único valor es la estulticia, dirigiendo a un puñado de aguerridos mártires hacia una muerte segura.

Sigan así señores y señoras….. llenarse la boca con gilipolleces no nos convierte en sabios, gritar no nos convierte en eruditos; pero sobre todo jugar con el futuro de esta raza sólo nos convierte en estúpidos.

Y sobre todo, el silencio nos convierte a todos en cómplices.

El motín fue en el siglo XVII una manera ordenada de rebelión, y en multitud de ocasiones logró sus objetivos; hoy más que nunca necesitamos amotinarnos ante tanto aprendiz de general y tanto consejero cobarde oculto tras las cortinas de palacio.

La ciencia debe ser nuestra aliada, no nuestra guerra, la estupidez un recuerdo, la riqueza nuestra deuda con la raza….. y la pobreza el reto por acometer.

Armonía.

“La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias” Lucio Anneo Séneca, filósofo, orador, político y escritor romano  nacido, probablemente, en la antigua Corduba, actual Córdoba.

La conveniente proporción, y correspondencia, de unas cosas con otras suele ser una completa definición de armonía; dejando al margen el término polifónico, la proporción y correspondencia de unas cosas con otras en un verdadero misterio.

Existe sin duda una armonía en el mundo natural, el ser humano ya es otra cosa; y no será por estilismo que digamos….. somos capaces de combinar hasta las muelas con el color de los zapatos.

Nos preocupa tanto la apariencia que vivimos esclavos de ella, cual dómina inflexible guía nuestras vidas de un modo tan ridículo como vacío de contenido.

Existen armonías discordantes y existen estúpidas combinaciones; y no hay nada más cachondo que observarnos intentando parecer…. según los cánones de la moda.

Siguiendo el camino trazado, la senda del borrego, alcanzamos el éxtasis personal; figura, ropa, complementos, peinado, modos y costumbres.

Ensalzamos el parecer a cotas de marchamo de absoluta calidad, si pareces has logrado llegar a la meta; dudosa armonía con nuestro entorno.

Cada día abandonamos de un modo escandaloso el ser en detrimento del parecer, de nada sirve el conocimiento, de poco la cultura y de escaso valor la capacidad de reflexionar y forjar una propia opinión.

Ya no pensamos, seguimos la senda simplemente; y lo más jodido, que diría el castizo, es que no tiene remedio.

Lo superficial abunda, lo visual se impone, y todo aquello que no comulgue con esa rueda de molino es carca, antiguo o rarito.

Y verán ustedes…me niego a creer que no exista, al menos, rebeldía ante toda esta maraña de estupidez global y de genocidio del ser.

La armonía ha de ser discordante, en esa discordancia reside la belleza y el atractivo; recuerdo una discordancia ejemplar, una excelente armonía que me dejó impactado.

Un macho adulto, de perro lobo checoslovaco, puede llegar a ser  dominante y ruidoso hasta la extenuación con otros ejemplares.

Recuerdo a un ejemplar típico, poderoso y pleno de energía; ante cualquier otro macho enarbolaba la bandera del gruñido más gutural, de las muestras de ortodoncia más peliculeras, en definitiva ……todo un espectáculo.

Pero lo más sorprendente, lo más impactante y maravilloso, era observar a su dueño en esos momentos; juro que era increíble, tanto que sin verlo resulta muy difícil creerlo.

Imaginen la escena…ese pedazo de lobo cargado de testosterona, mostrando encías cual anuncio de dentífrico, marcándose un sólo de gruñidos que ponía los pelos de punta…..erizado cual puercoespín.

Y de pronto se escuchaba la voz pausada, dulce y calmada, de su dueño ….transmitiendo calma, tranquilidad…..increíble esa perfecta discordancia, juro que si existe una modélica armonía aquella era hija directa de la misma.

Extraordinaria manera de entender el ser de aquel macho, ejemplar armonía entre las apariencias y el profundo conocimiento de aquel increíble plc; nada es casual y nada puede serlo.

Cuando se genera un vínculo se aúnan fuerzas, se armonizan maneras y conductas; cuando se deja de lado lo superficial aflora lo esencial.

Perdemos tanto tiempo en lo inútil, desperdiciamos tantos esfuerzos en lo banal, que cuesta imaginar un mundo distinto; el mundo del plc gira en torno a demasiadas apariencias, a demasiado maquillaje superfluo.

Seguramente mi percepción individual sea errónea, asumo la equivocación, y desde luego nunca intentaré imponer criterios; simplemente creo que la armonía para con esta raza – probablemente extensiva a otras muchas – se fundamenta en la propia discordancia entre ejemplar y dueño.

No puedo imaginarme a aquel maravilloso macho en manos de una persona nerviosa o irascible, no puedo imaginar a un ejemplar cauto y desconfiado en manos de alguien indeciso, intranquilo o lleno de fobias.

Por supuesto que cuando adquirimos un ejemplar no se nos entrega un manual, que detalle cual va a ser su carácter, es una relativa lotería, pero estoy convencido que cuando se genera un verdadero vínculo, entre propietario y plc, se solapan las barreras y se llega a entender el profundo ser de estos animales.

Lo anterior es lo que podemos denominar la magia del vínculo, entender con la mirada, conocer cada señal y transmitir un estado emocional acorde a cada situación. No se nace, se hace día a día.

No hay manuales, ni existen educadores que sustituyan lo que nosotros debemos lograr; alcanzar esa armonía es sólo nuestra responsabilidad.

Al igual que aquella voz calmada, todo en nuestra relación con el plc ha de ser acorde; pero las discordancias son tan importantes como llegar a entenderlos y respetarlos.

Proporción y correspondencia, en cada caso, en cada momento; un complicado ejercicio que para nada encaja con esta sociedad absurda, superficial y plagada de apariencias.

La armonía de este mundo está por llegar, la armonía en el plc viene de serie en sus genes….está en nuestras manos integrarla con nosotros o simplemente ignorarla y seguir la senda de lo absurdo.