La compleja sencillez.

“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.  Palabras llenas de acierto atribuidas a Cicerón. Los siglos, el devenir de las civilizaciones, no han envejecido tal aseveración; en todo caso hoy son de una rabiosa actualidad en todos los ámbitos.

La verdad puede ser relativa, puede incluso ser ocasional o ceñida a quién la defiende con sus vivencias y argumentos;  pero lo que resulta indudable es que la mentira precisa de una cuidadosa voluntad, de una preparada estrategia …en definitiva de una astucia alejada de la vehemencia.

Lo que resulta sangrante, el caldo de cultivo de cualquier mentira es el silencio;  el perro lobo checoslovaco es un mundo complejo, muy complejo en todos sus ámbitos, cría y selección – integración en su nuevo entorno – desarrollo e incluso salud.

La complejidad, bajo mi personal punto de vista, reside en el silencio; resulta muy común que desde los criadores hasta los propietarios todos – sin excepción salvo honrosos casos – vivamos de puertas hacia  adentro la experiencia de criar o convivir con esta raza.

Una especie de halo nebuloso cubre este mundillo, intereses quizás; es muy difícil determinar las razones de tan escandaloso silencio, lo que sí resulta un hecho es que la mentira abunda. 

Y hay que ser muy claros, al menos sinceros, abunda no por elaborada y retórica…no…abunda por su lado más sibilino y torticero; por el de la ocultación de la realidad……. la peor forma de la mentira.

Ocultar la esencia de esta raza, no incidir en lo complicado que resultan sus aspectos menos integrados con el entorno social…. es una ejercicio peligroso; deshonesto con el futuro propietario y germen de mil y un problemas.

Dirimir en foros internos, y reducidos a un pequeño grupo de propietarios, sobre aspectos genéticos y biológicos me abruma; me retuerce las meninges y me provoca espasmos cerebrales…no sería mucho más honesto acometer la realidad actual de la expansión del plc en nuestro país, con sinceridad, que dedicarnos a elevadas tesis doctorales en genética y biología. 

Puedo estar equivocado, seguramente lo esté, pero en el edificio del plc en España sobran arquitectos y faltan albañiles…. para levantar una simple pared, que yo sepa, es necesario mancharse las manos y poner ladrillo a ladrillo. Y 100 arquitectos no sirven de nada, si no hay un simple currito que empapado en sudor ejecute la obra.

Y así nos luce la melena, estamos encantados de habernos conocido; extasiados con nuestra sapiencia sobre la raza, en un estado de perpetua levitación.

Mientras, y camada tras camada, los nuevos propietarios acometen la aventura de convivir con un plc – con mayor o menor fortuna – descubriendo cada día todo aquello que nadie jamás les indicó.

Y ojo, descubrimientos maravillosos y únicos…pero también molestos y divergentes con nuestra percepción de lo que es o debe ser un perro.

Ese y no otro, bajo mi punto de vista, es el acuciante problema; de nada servirá una selección genética maravillosa si no logramos concienciar, a cada futuro propietario, de qué es un perro lobo checoslovaco y qué supone convivir con él.

Y la gran mentira en esta raza, la ilustre ignorancia convertida en bula papal, es afirmar que se trata de un perro;  insistir en aplicar etología canina a esta raza, ser machaconamente obsesivos con el estribillo del can.

No se qué es esta raza, no estoy cualificado para encuadrarla en la genética de las especies; pero sí se que no es un perro, ni en su morfología, ni en su comportamiento, ni en su propia fisiología interna.

Primera verdad, relativa por supuesto, pero contrastable; no es un perro y me quedaré afónico repitiéndolo…… que nadie se llame a engaño, no es un perro y el que busque un can se equivoca por completo.

Segunda verdad, siempre relativa, la raza no es para todo el mundo….y aquí sí que chocamos de frente contra todos los intereses habidos y por haber; es necesario disponer de tiempo, y una férrea voluntad,  para acometer los primeros 12 meses de vida…y no todo el mundo dispone de tiempo ni de voluntad.

Y podríamos seguir indicando prioridades, a la hora de difundir una veraz y asequible información, pero creo que resulta suficiente con las dos premisas indicadas.

Son muchísimos los problemas a los que esta raza se enfrenta hoy en nuestro país, que duda cabe, las líneas de sangre no se renuevan y el mercado se empieza a saturar.. pero antes de montar la calefacción, de este edificio, es necesario cerrar la fachada.

Historia detallada de la raza, información sobre su evolución hasta nuestros días, fases de impregnación e integración en entornos sociales, problemáticas más comunes….etc…etc…etc…

Un sin fin de pequeñas cuestiones, verdades transparentes, que podrían ayudar a concienciar…a una tenencia responsable y a un futuro menos incierto. 

Compleja sencillez dada la situación actual,  y sobre todo nulo silencio evitando de este modo que la mentira termine corrompiendo a esta maravillosa y única raza.

El resto de disquisiciones, debates, tertulias y gacetillas ilustradas…las dejo para los grandes gurus de esta raza; profetas ilustrados e investidos por las grandes universidades en veterinaria, etología y biología con un cum laudem…. tan lleno de laurel que podrían montar una verdulería.

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Naturaleza salvaje.

“Todo lo que se ignora, se desprecia.” Antonio Machado aseveraba una verdad aplastante. Tan aplastante como nuestra tozuda, y empecinada obsesión, por vivir malgastando la vida y todo lo que implique naturaleza.

Asistimos con una pasmosa tranquilidad al fenómeno del total desapego a nuestros orígenes, la cultura obsesiva del consumo y el ocio tecnológico arrastra desde la infancia al ser humano; somos genios de la informática desde muy temprana edad, las redes sociales – espacios tan virtuales como una caja tonta – son nuestra adicción.

Vivimos colgados de las nuevas tecnologías, y si estas fallan…..si por un casual nos quedamos sin poder acceder a ellas…..nuestro mundo se derrumba.

No se trata de criminalizar lo positivo, la posibilidad de comunicación global es un fenómeno jamás visto con anterioridad; conocer en tiempo real qué está sucediendo en cualquier rincón del mundo es algo realmente positivo, tener acceso a cualquier información y compartirla es del mismo modo un logro.

Pero la medida, el equilibrio, de las cosas no es nuestro fuerte; y de la virtud pasamos al vicio.

Olvidamos que para desplazarnos de un punto a otro se puede caminar, ignoramos que sin energías tan comunes como los derivados del petróleo o la electricidad no sabríamos vivir.

El desapego a nuestra propia evolución, como especie dominante del planeta, nos hace olvidar por completo nuestra historia…..y nos condena irremediablemente a repetirla.

Por supuesto que formamos un todo en sociedad, que somos parte de un complejo mecanismo de prioridades; pero no debiéramos perder nunca la esencia como individuos y como sociedad.

Diluidos en la rueda del día a día, damos por sentado y bueno todo aquello que está borrando de nuestra memoria genética nuestra propia existencia.

No estamos pisando este planeta gracias a la electricidad, el petróleo o las redes sociales; olvidamos que fuimos capaces de integrarnos en la naturaleza, que observamos su poder y poco a poco logramos vivir con ella…para acabar cual parásitos viviendo de ella y consumiendo su riqueza hasta la extinción.

Y no se trata de discursos grandilocuentes ni apocalípticos, no…..se trata de un niño de corta edad  – quizás no más de 3 años -y que al ver un plc le grita a su madre “mamá mamá un lobo”.

Algo en la memoria genética del ser humano pervive, algo en ese niño nos hace tener esperanza; y es nuestra obligación educar, recordar a esos pequeños que la naturaleza no es una bandeja de muslos de pollo en el super; que las redes sociales deben acercar a las personas, no encapsularas en la soledad de su habitación, que podemos y debemos aprender de los animales y de su entorno.

Si un niño es educado en la convivencia y el respeto hacia los animales frenaremos una parte de ignorancia, que desembocará en desprecio; si cada uno de nosotros somos capaces de aportar ese pequeño grano de arena habrá esperanza.

Nuestra raza – el plc – es complicada, difícil sin duda, pero sigo creyendo firmemente que esta “mutación” creada por el hombre nos recuerda cada día la grandeza de lo natural, la increíble diversión con un ser vivo, la ancestral astucia y la eminente nobleza.

Valores obsoletos quizás, pero imprescindibles y muy sencillos de transmitir a cualquier niño; conviviendo con un animal se asumen responsabilidades, se adquiere una percepción de la lealtad y el cariño, nos acercamos a la naturaleza y aprendemos a respetarla.

La cultura y la educación son aspectos muy  globalizados, pero en cada núcleo familiar reside la  clave del futuro; aquellos que nunca han convivido con animales pierden la oportunidad de transmitir un poco de sabiduría, de ofrecer a sus hijos una ventana diferente a la del ordenador o el smartphone; merece la pena intentarlo.

Pasos pequeños en medio de la locura de nuestra sociedad actual, pasos de gigante hacia un futuro incierto y cada día más materialista.

El reto no consiste en ser capaces de observar lo que nos rodea, el reto consiste en ser capaces de no ignorar la vida en todos sus aspectos;  lograr que un niño sea capaz de apreciar la naturaleza, no como un hecho extraordinario si no como parte de su vida.

Como adultos somos un desastre, pero somos aquello que cada uno ha vivido; y en ese aprendizaje el mundo animal puede y debe ser un referente. No seamos salvajes con la naturaleza, la ignorancia nos lleva al desprecio y el desprecio a la destrucción.

Construyamos entre todos, día a día, aunque sólo sea un pequeño espacio en la mente de ese niño que se asombra al ver un plc en la calle y lo confunde con un lobo…..su sabiduría me asombra.

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La cara oculta del plc.

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla” . Frase atribuida al filósofo chino Confucio.

Aunque tengo mis serias dudas sobre si no podemos ver, o quizás tan sólo miramos….mirar y ver son ejercicios diferentes, el primero es natural, sencillo y no cuesta esfuerzo alguno; el segundo requiere atención, interés y cuando menos cierta sensibilidad.

Si bien el plc es un animal único y complicado, perfecto en su naturaleza y “defectuoso” en nuestra sociedad; es necesario señalar que la combinación de ambos polos es la causa que genera nuestra adicción a la raza.

Y es de justicia reconocer que la raza enamora en ambos casos; al mirarla y sobre todo al ver la cara oculta de estos ejemplares.

Todo en esta vida está lleno de relativismo, de calculados intereses y de medidas doctrinas; lo sencillo y bello se oculta tras la rutina de nuestros ojos. Y en el perro lobo checoslovaco no resulta una excepción.

Lo aparente, lo que vemos a primera vista, reduce el contenido a un bosquejo tan simple como peligroso; esta raza es llamativa, que duda cabe, bella en su recuerdo de su majestad el lobo.

Pero esa primera vista puede llamar a engaño, puede simplificar no sólo la apariencia si no determinadas conductas habituales en el plc. La conducta de un ejemplar de plc, en público, depende de muchos factores; pero el entorno es determinante.

Y lo es por mucho que nos empeñemos, por mucho que juremos que nuestro trabajo de socialización con el ejemplar es para figurar en los anales de la raza.

Y es que ya empiezo a estar un tanto enervado con determinadas “muestras” de pan y circo romano, empeños desmedidos en ponerle un tutú de bailarina al plc intentando mostrar que son una raza más de perros …. capaces de mantener el tipo en cualquier entorno.

Y lo son….que duda cabe, al igual que un ser humano aguanta estoico el peñazo de un acto social infumable un ejemplar de plc – por regla general – aguantará  que le pongamos unas gafas de sol, un sombrero de paja y lo paseemos por una avenida concurrida dónde se le podrán abalanzar niños y mayores admirados por su llamativa belleza.

Y cuidado que no estoy negando la necesaria convivencia del plc en sociedad, no….tan sólo niego esa imagen de falsa integración.

La raza tiene sus peculiaridades, su indudable ser; entre ellas no figura que estos ejemplares se encuentren en su “salsa” rodeados de ruido, gente y estímulos urbanos. Estarán, unos mejor que otros, pero ninguno de ellos encontrará en dichos momentos su espacio ni su medio.

Sublimar dichas aventuras, mostrarlas como ejemplos de plena integración, es tan peligroso como publicitar que el perro lobo checoslovaco es una raza más.

Y claro, luego llegan los problemas…..el incremento de la moda, los propietarios nóveles que tiran la toalla, los abandonos y las donaciones.

En este país, y con esta raza, estamos en una fase en la que creo existen otras prioridades; otras realidades alejadas de circos mediáticos o de puestas en escena dignas de una telenovela.

No resultaría mucho más sensato informar verazmente, potenciar la tenencia responsable, destacar la verdadera esencia del perro lobo checoslovaco……puedo estar equivocado y asumo la culpa.

La cara oculta del perro lobo checoslovaco no es un misterio, no es una alquimia reservada a doctos gurús; es simplemente su estado natural.

Y el estado natural de un plc es aquel en el que ejercita sus sentidos, en el que desarrolla sus habilidades y da rienda suelta a su peculiar conducta.

Es un estado en el que se siente seguro e integrado con lo que le rodea, estado en el que no está subordinado a las órdenes y conductas aprendidas; si no que de manera libre y voluntaria comparte y ofrece sus mejores momentos……esa es la cara oculta de un plc.

Una cara muy alejada de su vertiente de gruñidos o dominancia, muy alejada de su reticencia a las grandes aglomeraciones; a años luz de su impuesta presencia en entornos necesarios y casi nunca idóneos.  

Esta raza no es una raza urbanita, nada más alejado de la realidad, esta maravillosa raza desarrolla sus capacidades y muestra su ser en entornos naturales.

Y lo anterior nunca jamás debe condicionar su existencia a una reserva natural…por supuesto que no.

Es muy necesario avanzar con cada ejemplar en el trabajo con cualquier entorno, en su tolerancia a cualquier medio; pero de ahí a mostrar una imagen errónea va un trecho.

Nuestro trabajo individual siempre será un logro, una necesaria manera de que un plc conviva en nuestra sociedad; pero será un logro interno, un loable objetivo alcanzado para permitir que su existencia sea mucho más compatible con la sociedad que le rodea.

Pero nunca debiera ser el escaparate público de la raza, no podemos ni debemos engañar a nadie; lograr que un plc esté en cualquier entorno es un trabajo que acarrea tras de sí horas, esfuerzo y dedicación (y siempre habrá excepciones maravillosas).

La belleza aparente se debe completar, en la medida de nuestras posibilidades,  con esa cara oculta que no es un estigma, que no es un misterio, que nunca debe ser otra cosa que la verdadera esencia de una raza que necesita – por parte de todos los que la amamos – un sincero ejercicio de responsabilidad.

Responsabilidad cimentada en informar, de manera transparente, sobre aquello que a simple vista nunca se ve….y que define lo que implica y significa compartir la vida con un ejemplar.

Trabajo, mucho trabajo, que unido a la paciencia nos ofrecerá la posibilidad de convivir con un animal excepcional y diferente…….al que le podremos poner el sombrero de paja y las gafas de sol, no sin antes habernos dejado mucha de nuestra arrogancia en el camino.

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De dioses y lobos.

“La creencia en algún tipo de maldad sobrenatural no es necesaria. Los hombres por sí solos ya son capaces de cualquier maldad”.

Impresionante reflexión atribuida a Józef Teodor Konrad Korzeniowski (Joseph Conrad) ilustre novelista polaco y que adoptó la nacionalidad británica.

La indudable levedad del ser, humano por supuesto, conduce sin exclusiones a necesitar un argumento excelso y sobrenatural que guíe nuestra conducta.

De algún modo una patente de corso, que ampare moralmente nuestra capacidad para trastocar el orden natural; para moldear en el torno de nuestro inmenso poder todo lo que nos rodea.

Digamos que desde la noche de los tiempos el hombre,  en su infinita levedad, admiró todo lo que no llegaba a comprender; fruto de dicha admiración se generaron cultos paganos, religiones y doctrinas.

Patentes de corso, en algunos casos, para justificar moralmente una falsa supremacía; descabelladas logias y sociedades secretas para preservar intereses y clases emergentes.

Todo ello es historia, parte de nuestra corta existencia, que sigue perviviendo en nuestros días; quién sabe si en siglos venideros asistiremos a un rumbo diferente.

El universo, ese gran desconocido, marca pautas que convierten a nuestro planeta en parte de un engranaje misterioso, preciso y cíclico; dónde ayer y hoy los dioses – llámese a la naturaleza cómo a cada cual le venga en gana –  siguen campando por sus respetos y recordando, de manera sarcástica, lo pequeños e insignificantes que somos.

Un amanecer sigue siendo una obra de los dioses, una sinfonía perfecta y armonizada por la vida y la muerte; la fuerza de la naturaleza sigue demostrando que ningún ser humano puede planificar, controlar o prever su alcance.

Fuerzas de vida, fuerzas de muerte, ciclos que durante millones de años presiden nuestra levedad; dioses que allá en su particular Olimpo observan silenciosos nuestras proposiciones, para finalizar disponiendo aquello que en cada ciclo corresponde.

Pero el ser humano adolece de un catálogo de defectos incomparable, sin parangón en la naturaleza, hace gala de su levedad a diario…pero del mismo modo suple su pequeñez con altivos  deseos.

Y jugar a ser dioses es la recurrente práctica de la humanidad, por un lado los creamos a nuestra conveniencia y por otro suplantamos su poder y capacidad.

Jugamos con la vida y la muerte,  nos adentramos en el propio misterio de la vida suplantando fuerzas desconocidas; y aunque peligroso,  y de alcance desconocido, seguimos de manera obtusa sentados en el Olimpo de la estupidez.

Mientras tanto los dioses siguen su curso, la primavera explota en una sinfonía de olor, color y vida; cada estación aporta lo necesario para una precisa continuidad…..pero las señales son evidentes.

Nuestra estupidez Olímpica ha trastocado el orden natural, ha modificado el entorno, ha extinguido especies y sigue siendo el mayor peligro para generaciones venideras.

Y seguimos encantados de habernos conocido, exultantes por nuestro poder y capacidad, arrogantes hasta el insulto.

Los senderos y trochas ya apenas son hollados por un paso ágil, rítmico y liviano; ya casi no podemos admirar el brillo de unos ojos penetrantes en plena oscuridad; jugando a dioses casi hemos exterminado a una de las especies más admirables del planeta.

Su majestad el lobo, por derecho propio de sangre, ha sido coronado por la naturaleza; elevado a un rango Olímpico y transmisor de una lección universal.

Siglos de admiración, incluso de culto, siglos de incomprensión y persecución han asistido al nacimiento de una enciclopedia para quien desee ojearla….

Sigilo, mimetización, adaptación al entorno, resistencia, sentidos desarrollados a su máxima expresión, gregarismo y orden jerárquico, distribución de tareas…y lo más importante……..un atávico rechazo al ser humano, una permanente huida hacia adelante.

Su consciencia de nuestro peligro es admirable, aquilatada durante siglos, pero esa misma capacidad ensalza la leyenda; magnifica el aura de lo desconocido y provoca deseo.

El deseo de poseer, de tener una parte de la leyenda a nuestros píes; somos así de duales, exterminamos y deseamos,  es parte de nuestro bagaje y siempre nos acompaña.

El lobo pervive a pesar del hombre, quizás los dioses se hayan esforzado con este ejemplo; el lobo ha sido un “peligro” permanente para el hombre, criminalizado hasta querer convertirlo en cazador de seres humanos, en oscuro animal y especie dañina.

Y sin embargo observar su existencia es una obsesión, alcanzar sus secretos una meta.

Hoy cuando contemplo alguna imagen, de posados en los que cazadores – de billetera y fin de semana –  sonríen ante el cadáver de un lobo, observo la mirada del lobo……háganlo….observen esos ojos sin vida, ese cuerpo destrozado y sangrante…..y comparen las sonrisas de esos dioses del Olimpo de la estulticia con la mirada sin vida del lobo.

Y si no se revuelve su conciencia, si no provoca estupor e indignación…no se preocupen…es la triste historia del lobo, su perenne condición.

Si por el contrario, algo en su interior se activa y provoca rechazo sean bienvenidos al reino de los ignorantes; al de quienes ejercemos de admiradores de la naturaleza, aprendices y eternos súbditos del amanecer.

A quienes no nos cuestionamos por qué amanece, mayoría silenciosa y por ello no menos culpable.

Que los dioses de la naturaleza sigan prestando sus favores al lobo, nosotros sólo prestaremos una mirada de repulsa, en ocasiones una vida entregada…..pero un grano de arena frente al gran juego de la persecución, el acoso y exterminio de aquello que no entendemos; una repulsiva envidia a la belleza de una libertad, integrada con mimo, en su entorno natural.

El ciclo de la vida y la muerte sigue su curso, mientras…… aquellos que admiramos ese espíritu libre, esa belleza primigenia, optamos por acercar un poco ese misterio a nuestras vidas.

Y convivir con un perro lobo checoslovaco nos satisface, colma ese oculto deseo; pero somos conscientes de que no hace falta creer en la maldad sobrenatural, a diario nos acompaña como una vergonzosa herencia de la que jamás lograremos deshacernos.

El ser humano es capaz de lo mejor……y por derecho propio sublime en lo peor.

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La gestión de los conflictos y la ridícula sabiduría humana.

” La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”. Rotunda frase atribuida al gran filósofo griego Sócrates.

En que pocas ocasiones llegamos a reconocer nuestra ignorancia……………somos capaces de defender a capa y espada una idea, un concepto o un argumento, a sabiendas de carecer del suficiente conocimiento o experiencia; somos así de quijotes y tirados palante.

Y nunca partimos de una base universal, inmutable y tan vieja como la vida en el planeta; todo, absolutamente todo, es relativo.

Tan relativo que en ocasiones me pregunto cómo somos capaces de sobrevivir, a esa gama de colores que inundan nuestros sesudos devaneos sobre cuestiones tan complejas.

Pero somos más chulos que un pincel poseído en un lienzo en blanco, somos los reyes del mambo argumental y sobre todo ejercemos de sabios de salón.

El ser humano tiende a etiquetarlo todo, a encasillar en pequeños cajones cualquier conducta; así todo aquello que nos resulte llamativo, diferente o sencillamente incomprensible a de tener una sesuda explicación y terminar en el cajón correspondiente.

Y con lo anterior, nunca despreciaré los esfuerzos sinceros en los que se estudia de manera seria y consecuente una conducta.

Y las conductas en el reino animal son nuestro talón de Aquiles, sabemos destruir, exterminar y seguidamente intentar recuperar lo perdido; se nos da de lujo ejercer de apisonadoras en nuestro entorno natural, en ese campo no tenemos rivales, pero me enerva y me subleva – mucho más – cuando surgen modas, movimientos, escuelas y tratados conductuales  cual plaga de langostas en un sembrado.

Resulta que todo tiene su lógica explicación, vamos…. pero sin lugar a la duda o el asombro; resulta que ahora somos capaces de entrar en la mente y cuerpo de cualquier animal …y por lo tanto podemos explicar qué, cuando, cómo y por qué determinada especie actúa o deja de actuar.

Y no hablo de loables experiencias, en las que uno o varios seres humanos han dedicado toda una vida a convivir……convivir……con una especie para intentar comprender su conducta.

No…..intento exponer algo muy diferente, intento reflexionar – reconozco que desde un cabreo supino – sobre la proliferación de escuelas dirigidas a “corregir” conductas en animales de compañía.

Y es que esta sociedad consumista genera sus propios focos de riqueza, de forma paralela a modas y tendencias; y me centraré en nuestra raza, en el perro lobo checoslovaco.

Sobra indicar que esta raza genera conflictos, choca en ocasiones con nuestro entorno inmediato y no digamos ya con el exterior.

Y he aquí que con una raza tan reciente, tan especial y con una genética heredera del lobo, cualquier sabio de salón nos dará lecciones magistrales.

Y es que les ampara la sabiduría obtenida en cursos y seminarios ( de fin de semana), les cubre el aura de su innegable dedicación; sorprende que muchas de estas escuelas, tendencias o tratados conductuales conozcan la raza de oídas.

Sorprende cuando tan siquiera los propietarios, que llevan conviviendo con un plc muchos años, tienen ni tenemos un conocimiento global o contrastado que nos aporte suficiente sabiduría.

Tenemos, eso sin duda, la posibilidad de la observación, la realidad de nuestra propia gestión de cada conflicto; tenemos la experiencia centrada en uno o dos ejemplares. En definitiva tenemos unas pocas piezas, de un puzzle compuesto por miles.

Y reconocer esa ignorancia nos haría avanzar, pero por desgracia en el mundo del perro lobo checoslovaco existe más “sabiduría” que reconocida ignorancia.

Cuando una raza es tan novedosa, cuando además es complicada por naturaleza, en lugar de aunar esfuerzos dirigidos a un merecido estudio global, serio, científico y contrastado, el campo se abona para la ignorancia disfrazada de sabiduría.

Así si el ejemplar rechaza y huye de las personas, ajenas a su entorno inmediato, es debido a una mala socialización. Si el ejemplar reacciona con otros perros de manera dominante y agresiva es debido a mil y una razones en las que el ser humano a cometido errores.

Y mil ejemplos similares en los que todo, absolutamente todo, tiene una sesuda explicación; y el objetivo no es otro que moldear al ejemplar a nuestra magna intención.

Y no puede ser de otro modo, conviven con nosotros, somos al fin y al cabo los responsables de su existencia; pero realmente analizamos qué parte hay de “deformación” por intervención humana y qué parte pervive por una fuerte carga genética.

Mis dudas son razonables, hay y habrá multitud de casos en los que la conducta conflictiva de un plc se deba a la intervención humana; pero existen otros casos en los que pervive un comportamiento libre, reglado por conductas no aprendidas, regido por el instinto natural o la carga genética.

Por desgracia sólo conozco personas – y empresas con su correspondiente ánimo de lucro –  que observando una conducta intentan modificarla sin alcanzar nunca el por qué o el origen de la misma.

Sobran “encantadores” de perros y falta sentido común. Que duda cabe, existen personas que transmiten y son capaces de comunicarse con cualquier animal; pero hacer de dicha capacidad un manual tipo Ikea,  por el que cualquiera puede montar un mueble a su medida, es mucho pedir.

Mientras tanto observamos esas conductas con asombro, intercambiamos experiencias, encontramos algunas soluciones; todo ello desde la más pura afición y devoción a la raza.

Nunca debemos menospreciar  una ayuda ante un conflicto, pero no elevemos una concreta solución – para un ejemplar – al sancta santorum de la sabiduría.

Ayer tuve la oportunidad de comprobar cuan ignorantes somos, en nuestra tozuda sabiduría, ayer el suceso me dio una nueva lección con esta raza.

Ciro con sus seis meses es un ejemplar escandaloso, impositivo y aullador con otros perros, teatral en lo aparente y preocupante para aquel que no conozca un poco la raza.

Me encontraba en un recinto cerrado con Ciro y Leah y se aproximó una persona con un perro raza Husky, un macho grande y poderoso. En ocasiones habíamos coincidido y Ciro lo había abrumado a aullidos en la oreja, pelo erizado y contacto físico agobiante.

La citada persona abrió la valla de entrada y de pronto la reacción de Ciro fue abalanzarse directamente sobre el Husky. Gruñendo y totalmente erizado….. el dueño sujetó al perro, asustado por la reacción que pudiese tener; me aproximé a sujetar al chulo del barrio y en ese momento ambos se enzarzaron en una aparente pelea descomunal en gruñidos y movimientos bruscos.

De inmediato le pedí lo soltase, no era seguro estar en medio de semejante trifulca, lo soltó…….y cuando daba por hecho que allí se cocía una tragedia el Husky, con todo su peso, inmovilizó a Ciro en el suelo se produjo un silencio sepulcral y  ambos se separaron con tranquilidad y estuvieron juntos en el recinto sin ningún problema.

No hubo heridas, no hubo sangre y la lección fue que un cachorro exageradamente provocador y teatrero acabó en su lugar ante un macho adulto y consecuente, sin intervención humana y con una regulación natural digna de admiración.

De sobra se que esto no es un patrón de conducta extensible a otros ejemplares, sobra reconocer que es un caso concreto en condiciones particulares; pero he aprendido que la intervención humana, en ocasiones, puede y de hecho empeora una conducta que se auto regula por los actores de la misma.

Lo difícil es encontrar dueños capaces de sustraerse al humano miedo, y lo seguro es que de esta conducta no crearé una escuela;  pero si he asistido a una gran lección. La de reconocer mi propia ignorancia y estar dispuesto a aprender observando.