Aprender jugando o el estigma del plc.

Un viejo dicho, atribuido al gran filósofo Aristóteles, destaca  que somos tres personas en una; la primera la que creemos ser, la segunda la que los demás creen que somos y la tercera la que realmente somos.

Salvando las distancias entre el ser humano y el reino animal, cuestión de por si evidente, en el caso de nuestra raza lo que los demás seres humanos creen que son – nuestros ejemplares – condiciona muchas veces sus relaciones con otros perros.

Cada raza tiene su característica forma de relacionarse entre si y con los demás ejemplares del resto de razas. En unos fluye el aparente desinterés y apatía – normalmente todos los molosos, mastines y derivados – en otras razas una aparente locura desmedida por las carreras sin control – las razas de caza – y así tenemos que según la impronta genética, la socialización  y las circunstancias cada raza destaca, o permanece anodina, de cara al gran inquisidor….el ser humano…… que juzga, etiqueta y estigmatiza todo lo que no entiende.

No resulta nada fácil que los demás propietarios de perros entiendan a un perro lobo checoslovaco, en ocasiones ni los propios dueños somos capaces de entender el origen, motivo y  alcance de algunos comportamientos.

Partiendo de esta realidad, debemos ser lo suficientemente sensatos como para no criminalizar conductas ignorantes. Pero la ignorancia siempre es atrevida, y puede tomar un camino protector que excluirá a nuestros ejemplares de la relación con otros perros.

Creo que la mejor manera de entender al plc es tener la fortuna de poder observarlos…. interactuando cuando conviven un adulto y un cachorro.

No será una fórmula mágica, dependerá de cada ejemplar y mil y una cuestiones condicionantes….no lo niego….pero personalmente me aporta una visión esclarecedora de la conducta innata, al menos en los dos ejemplares con los que convivo. 

Desde el primer día observé, tanto en Leah como en Ciro y en sus etapas de cachorros, que la “herramienta”  fundamental que utilizan en sus juegos es la boca, los dientes y la mordida marcando y sin llegar nunca a clavar.

Resulta muy llamativo ver esas “luchas” de dientes entre la imponente dentadura de un adulto y la colección de “agujas” de un cachorro. Pero si el juego quedase en lo referido no sería en absoluto algo llamativo o exclusivo de una raza.

Lo que realmente me empezó a sorprender, en la caso de Leah y siendo cachorra, fue cómo en sus juegos alocados con el bulldog inglés con el que convivió – y siempre que tenía espacio abierto – utilizaba una estrategia muy clara y definida….provocaba que el pobre gordo corriese, lo rodeaba a la carrera y buscaba morderle en las patas traseras para tumbarlo….nunca pudo ser una acción aprendida ya que tenía entonces tan sólo 3 meses.

De ese acoso y derribo pasaba a buscar el cuello, y empezaba un ritual de mordiscos y presas simuladas en las que el pobre bulldog acababa hasta más allá del microchip.

Por supuesto que este mismo comportamiento lo tuvo y mantuvo con otros perros, difícil explicar a sus dueños que se trataba de un juego en el que era evidente que estaba aprendiendo, ejercitando o rememorando acciones posiblemente heredadas.

Cada cual extraiga sus conclusiones, no es mi intención afirmar nada que no sea lo observado. Y llegó Ciro, un cachorro de dos meses alocado y con un carácter fuerte y dominante.

Y lo curioso es que de nuevo Ciro actuaba igual con Leah, para goce y disfrute de ella, los juegos han sido y son continuas carreras alocadas en la que el objetivo es tumbar al otro mordiendo las patas traseras y acabar en el suelo buscando el cuello sin violencia y con un matiz no exento de cachondeo.

Pero esto, una pequeña pincelada de sus juegos diarios, es muy difícil de asumir por el propietario de otro perro; el instinto de protección de los dueños hace que todo lo anterior se vea como agresión.

No lo es en absoluto, aunque vaya acompañado de pelo erizado y mil sonidos guturales; es simplemente el aprendizaje del juego en el que cada raza aplica su genética, su socialización y las peculiaridades de cada ejemplar.

Por supuesto que hay que saber leer las señales, y nunca permitir que la “temperatura” exceda del simple juego. Pero por desgracia nunca podremos evitar que los demás crean que nuestros ejemplares, sean cachorros o relativamente adultos, son agresivos o un peligro.

Podemos y debemos explicar que en las relaciones del reino animal nada es gratuito o retorcido, todo obedece a un patrón de conducta; y lo aparente, salvo que entendamos qué está pasando, nunca es peligroso….y no debiera convertirse en un estigma ni para el plc ni para su dueño.

Pero hemos escogido una raza diferente, ancestral en sus genes, habituada a relacionarse de manera muy visualmente engañosa….. y sobre todo maravillosamente natural. Aprender jugando no es un estigma, jugar a saberlo todo es una estupidez con la que deberemos convivir.

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Historias de agua, bosques y el plc.

 

Cada especie animal tiene un entorno natural en el que está integrada, entorno que condiciona  – en la evolución de cada especie – su propia morfología; los hábitos de alimentación y un concreto comportamiento en todos los órdenes,  suma y consecuencia de la adaptación al medio.

 Desde que el ser humano domesticó a los primeros ejemplares de cánidos, de los que surgieron todas las razas, cada entorno geográfico y la utilización de estos ejemplares por el hombre a marcado aspectos característicos en cada raza; sin olvidar la propia intervención del ser humano en la selección, aspecto que a marchas aceleradas – en comparación con la evolución natural – propicia logros a medio plazo.

 Así todas las razas empleadas para la caza han desarrollado instintos, morfología y costumbres fruto de los tres factores – entorno, utilización y selección –  aquellas dedicadas a la vigilancia y guarda han desarrollado otras capacidades…. y así cada raza….pero la intervención del ser humano, en ocasiones, ha creado verdaderas monstruosidades originando problemas de salud y pervivencia para la propia raza.

 Al margen de la compleja evolución de cada raza, al margen de los estudios zoológicos o etológicos, al propietario de un ejemplar – sea la raza que sea – siempre le resulta muy llamativo lo que denominaríamos “costumbres” “manías” o  actitudes que resultan muy llamativas.

 Y he aquí que llega el perro lobo checoslovaco, Leah llegó a casa con sus 8 semanas y su primera salida – a los pocos días-  la hicimos a un entorno natural que es reserva forestal desde hace ya 350 años.

 Inmensos bosques de hayas y robles, vegetación exuberante, humedad a cada paso… y para nuestra desgracia – y tremendo goce de Leah – rodadas profundas de tractores creando verdaderas piscinas de agua y barro en cada pista forestal.

 Ocho semanas de vida, un retaco nervioso e imparable; en definitiva un cachorrin que debiera caminar pegado a tus piernas, sin apenas separarse de sus dueños.

 La naturaleza siempre se cachondea del orden creado o imaginado por el ser humano, y aquel día el cachondeo fue supino; uno que es muy dado al orden casi obsesivo y a la limpieza nunca olvidará aquel día.

 Ese día empecé a entender que  “el hombre propone y la naturaleza siempre dispone”.  Caminar por una pista forestal entre hayedos y sin prisa ni objetivo, disfrutar del sonido característico de la naturaleza más primigenia; que tu cachorrita de plc lo haga pegada a ti…en suma algo muy relajante.

 Y de pronto, en medio de la pista forestal, una tremenda rodada de tractor de más de 20 metros de largo…profunda de más de medio metro, y desbordada de agua y barro.

 Obstáculo a evitar, sin duda, y de pronto llegando al lugar Leah levanta las orejas…emprende una carrera cual si le hubiesen metido un petardo en salva sea la parte…y zasss….de lleno a recorrer la piscina natural, ida  y vuelta…..metiendo la cabeza hasta bucear ….y vuelta a empezar el recorrido una y otra vez.

 El color de su pelaje, cuando se aburrió de nadar y bucear, era lo más parecido a una víctima del chapapote que uno pueda imaginar……una especie de troll del bosque.

 Y ese día en cada charco, rodada o acumulación de agua y barro, repetía el ritual…si era poco profundo, su juego consistía en chapotear con obsesiva compulsión…..nos dimos por vencidos….era mucho más fuerte que ella, no la podíamos coger y además estaba disfrutando.

 Leah fue creciendo y paralelamente su obsesión por el agua y la humedad, daba igual que fuese el mes de febrero nevando y a bajo cero…ella se metía en un río que tenemos al lado de casa, daba igual que fuese el atlántico o cantábrico….de lleno y a nadar….

 Esta obsesión por el agua, el barro, los charcos, lagunas, ríos y mares no es exclusiva de Leah…ni mucho menos. A lo largo de estos dos años hemos podido ver y conocer que es algo muy destacado en la raza, nunca se puede generalizar…. pero una gran mayoría de ejemplares adoran el líquido elemento en cualquier estación del año.

 Siempre existen excepciones, pero por regla general es un comportamiento muy llamativo en el plc y del que no he podido – o no he sabido – encontrar un explicación.

 Como en otros comportamientos de la raza, no me preocupa mucho más que conocer su existencia e identificar las señales previas. Pero si resulta curioso esta actitud, mucho más propia de un perro de aguas…. que de un cruce de lobo con pastor alemán.

 Todos aquellos que tengan un perro “loco” checoslovaco probablemente se reconocerán en anécdotas similares, para los que lo vayan a tener…bienvenidos al Club de lo inesperado, lo diferente y lo maravilloso.

Historias de agua, bosques y lobos de agua…un lujo ser testigo de ellas.

  P.S.

 La fotografía que encabeza este artículo pertenece a  Agnieszka Wójtowicz, criadora de Ciro y con el afijo Wilk z Basni; gracias Aga por permitir que utilice tus imágenes y en concreto esta de Ciro en tu casa de Cracovia.

  

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Mayorías silenciosas.

Existe un fenómeno realmente llamativo en el denominado mundo del perro lobo checoslovaco y concretamente en nuestro país. Entendiendo como “mundo del plc” cuatro apartados que juntos generan dicho ámbito, y por separado destacan en cuanto a la relación numérica.

El primer apartado lo forman todos los criadores que ejercen en este país, en definitiva directos responsables de la gran mayoría de ejemplares distribuidos por toda España.

El segundo compuesto por todos los propietarios, o futuros propietarios, dispersos por toda la geografía nacional; en la mayoría de los casos sin otro nexo de unión – entre ellos –  que el criador al que le adquirieron el ejemplar y como mucho los propietarios de  esa camada con los que pueda tener relación.

El tercero, creo que de capital importancia, todos aquellos ejemplares de perro lobo checoslovaco existentes en España, con sus virtudes, peculiaridades, defectos y en suma el resultado de la intervención del hombre en esta raza aquí y ahora.

El cuarto y último todas las organizaciones asociativas que agrupan, o lo intentan, a parte de los dos primeros grupos en función de intereses concretos y no siempre con un mismo objetivo. 

Este mundo peculiar tiene y mantiene sus virtudes y defectos como en cualquier otro ámbito, pero existe un denominador común y es un absoluto desequilibrio entre mayorías y minorías. La raza en este país, como en el resto, se sustenta en la oferta y la demanda; y no siempre en el orden establecido.

Pero al margen de si las modas, o la curiosidad atractiva,  generan mayor o menor demanda, al margen de si los criadores ejercen mayor o menor influencia – en la distribución de ejemplares – lo único objetivo es que el punto final de dicha secuencia es el propietario con su ejemplar.

Y esa resulta la cifra final de personas, y ejemplares, que dispersos por toda la geografía nacional son una mayoría silenciosa. Y no se trata de vocación o devoción, no se trata de aislamiento voluntario en el que cada cual vive sus experiencias sin importarle la de los demás.

Puedo equivocarme, sin duda alguna, pero la inercia – cuando se adquiere un ejemplar – nos hace ceñirnos a un limitado número de relaciones. Obtenemos información y la contrastamos casi por nuestra cuenta, y en definitiva con un espíritu de supervivencia nos convertimos en lo que llamaría una mayoría silenciosa en este “mundo” tan peculiar. 

Realmente mayoría, no creo que nadie pueda dudarlo, y en ocasiones silenciosa; acaso los propietarios, todos, no tenemos las mismas inquietudes – o muy similares – no deseamos  acaso lo mejor para la raza.

 No se trata de intereses, o al menos no otros que no sean el bienestar y pervivencia de la raza, se trata de una sencilla pregunta….o muy compleja según se valore….¿Por qué razón en estos últimos años no ha cuajado un Club de aficionados en este país?. 

No tengo una respuesta, pero si el hecho de que cada proyecto asociativo – al menos en este país – ha culminado como el rosario de la aurora. Otros proyectos asociativos de raza se han consolidado, han generado reconocimiento oficial por parte de la RSCE (Real Sociedad Canina de España) y en definitiva con mayor o menor acierto han logrado establecer criterios, compromisos y un panorama para la raza representada.

Qué nos hace diferentes es algo curioso, tanto como la propia raza….quién sabe si sufrimos el estigma de esa diferencia; aunque sinceramente creo que se trata de intereses alejados del bienestar general de la raza.

Destacar un hecho, o reflejar un problema, resulta cómodo y sencillo; la evidencia no precisa de investigación…si acaso sus causas.

Pero resultaría demagógico quedarse en la constancia y no indicar qué se podría hacer al respecto, si la mayoría de propietarios de plc tenemos admiración por esta raza, si la mayoría queremos lo mejor, si todos deseamos que su difusión lo sea en las mejores condiciones…..el silencio no ayuda, y no ayuda a la raza que en definitiva es el sujeto pasivo de todo este asunto.

En la era de la globalización, existen herramientas participativas que permiten la comunicación, el traslado de información, la consulta, el intercambio de opiniones y experiencias; existen y agrupan aficiones e intereses. Dejar el silencio es relativamente sencillo, agrupar voluntades mucho más complicado; nunca podremos manifestar nuestro pesar por la situación de la raza en este país si no somos capaces de romper ese silencio, de agrupar voluntades y establecer las bases para que el desequilibrio manifiesto se corrija.

En nuestras manos, las de los propietarios, está el futuro no sólo de nuestros ejemplares….también, en gran medida, podemos establecer qué consideramos correcto en la selección, cría y tenencia de la raza; qué nos debe unir, cómo podemos asegurar que esta maravillosa raza no termine en manos de mercaderes de carne. 

En definitiva….que la mayoría silenciosa pueda aportar mucho…. a un mundo en el que somos quienes criamos, amamos y defendemos a ultranza a una raza única y extraordinaria. 

  

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Las señales equívocas del plc.

Si algo destaca en la raza, de manera muy notable, es lo llamativo que resulta el lenguaje corporal en el plc.

Pero del mismo modo que su actitud puede inducir a equívocos, si le unimos las señales corporales tendremos un complejo ritual muy difícil de entender para aquellos que desconocen la raza.

Provocando, en muchas ocasiones, no pocos equívocos relacionados con una aparente “agresividad” que en absoluto se ciñe a las verdaderas intenciones del animal.

De una forma muy básica entiendo que las señales, en cualquier especie animal, son la suma de tres factores muy definidos; el primero el lenguaje corporal pasivo y visual –  la postura corporal -, en segundo lugar la emisión de sonidos como medio de comunicación, advertencia o decisión; y en tercer lugar la suma activa de los dos factores anteriores, lenguaje corporal activo – sonidos- y acción.

La morfología del perro lobo checoslovaco está preparada para comunicar  de inmediato y a distancia cualquier señal. La cola en el plc es un banderín de señales preparado para poder ser visto a mucha distancia, reminiscencia sin duda de su origen lobuno, la densidad del pelaje y el propio contraste de colores, acabado en un “pincel” de tono oscuro, resultan visuales y llamativos.  

El pelaje que va de la cabeza a la cola, recorriendo todo el lomo, es otra herramienta exageradamente visual cuando esta se eriza, las orejas son así mismo otro emisor de señales, si bien más complejas.

El hocico, al menos para mi, resulta la parte más extraordinaria; cuando la trufa se recoge hacia arriba mostrando la imponente dentadura del plc……resulta verdaderamente intimidadora. Todo lo anterior puede ir acompañado de multitud de sonidos, gruñidos profundos, aullidos, ladridos cortos y un largo repertorio que varía en cada situación.

Hasta aquí la parte más visual, la más exagerada, y sobre todo aquella que puede infundir preocupación, temor e incluso rechazo cuando se produce con otro perro; digamos que serían las señales más activas o previas a una acción concreta.

Pero el plc tiene y mantiene, además, otras señales que podríamos definir como señales de “calma”, de tranquilidad, de relación con su entorno habitual; es tan rico y peculiar este lenguaje que se podría escribir un tratado extenso. 

Desde el ritual de rodearte dando vueltas con la cabeza agachada, y las orejas totalmente plegadas, moviendo la cola como un plumero; pasando por el ritual de “recibimiento” a base de piruetas saltos “mordiscos” y lametones; continuando por la extraña y generalizada costumbre de dormir con la espalda pegada al suelo y las patas totalmente abiertas en posturas de lo más divertidas.

Pero las señales que pueden resultar equívocas nunca serán las de “calma”, las que en ocasiones pueden dar una imagen distorsionada del plc son las activas.

Y aquí no pretendo, como en anteriores ocasiones, plasmar una guía práctica….ni mucho menos…tan sólo reflejar aquello que personalmente he podido y puedo comprobar con los ejemplares con los que convivo.

El plc y en comparación con otras razas resulta muy “avasallador”, muy “exagerado” en sus relaciones entre congéneres de raza y sobre todo con otras razas. La impresión inicial, y sobre todo si se encuentra atado, es de que puede atacar al animal que tenga delante y por el que haya mostrado interés.

De machos a hembras va un mundo, cada ejemplar es otro universo; pero al menos en el caso de nuestra hembra Leah e incluso de Ciro, el cachorro macho, sus relaciones con otros perros – desconocidos – se inician con un ritual de pelo erizado, cola en alto y actitud “indefinida”.

El desarrollo del encuentro depende de muchos factores, si los ejemplares – todos – van o no atados,  si la actitud nuestra y del otro propietario es de tranquilidad y no de obsesiva y nerviosa reacción; pero en definitiva siempre debemos conocer que un plc mantendrá – por regla general – una actitud dominante y tensa en un principio.

Resulta muy difícil establecer una pauta de comportamiento, por parte de los propietarios, pero si que en multitud de ocasiones he explicado al otro dueño – estando siempre muy atento a cualquier reacción negativa – que esta raza es muy “de apariencias”, muy de rituales y que en ambos casos no significa que su intención sea la de atacar al otro animal.

Del mismo modo resulta muy difícil encontrar otros propietarios que permitan la “auto regulación” de los animales, es lógico y razonable; pero cuando esto ha sucedido siempre he podido comprobar cómo lo que en apariencia eran señales agresivas se convertían en juegos, carreras y una buena relación con otros perros.

Complejo asunto, dónde cada propietario de plc conoce sobradamente las señales de su “teatrero” ejemplar; pero no deja de ser en ocasiones un estigma que las señales de un plc provoquen equívocos.

Es responsabilidad – de cada propietario de plc – intentar al menos que se conozca que, la raza se comporta muy visualmente; muy exageradamente y no siempre es lo que parece……

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El celo a voluntad en una hembra de plc.

Algo natural, problema para unos; y un quebradero de cabeza para todos…… sin duda alguna.

El ciclo fértil ,en las hembras y dentro del  reino animal, es curiosamente alterado a voluntad y por determinadas circunstancias externas. Resulta sorprendente cómo una hembra en determinadas especies puede inhibir su celo por sumisión a otras  hembras, carencia de alimento u otras razones. Voluntad atávica que modifica el organismo a extremos. Sorprendente capacidad natural para controlar la reproducción.

Hemos convivido, a lo largo de los años ,con algunas hembras de raza y otras mestizas. Durante los años de convivencia, con todas ellas, pudimos comprobar una alta regularidad en el ciclo del celo; regularidad que apenas se vio  alterada nunca.

Vaya por delante, aclaración ya clásica en cada artículo, que todo lo expuesto a continuación es fruto de la convivencia, observación e informaciones recibidas; en absoluto una guía biológica sobre el celo en las hembras de plc.

Y llegó Leah a casa…..tomar la decisión de hacernos con una hembra supuso informarnos, básicamente, sobre el ciclo reproductivo…..nuestra sorpresa de entrada fue mayúscula cuando en todos los foros y con todos los propietarios que consultamos se nos indicaba que las hembras de plc mantenían un ciclo similar a las hembras de lobo.

A groso modo la información recabada indicaba un celo por año aproximadamente. Hasta aquí una buena noticia…al menos el trastorno se ceñía a una vez al año, cuando con el resto de razas de perro se convierte, por regla general, en dos ciclos anuales.

Es necesario indicar que Leah hasta los dos años de vida se crió y convivió con un macho de bulldog inglés, extraordinario ejemplar que en dicha etapa llegó a cumplir 12 años. Edad que para un ejemplar de bulldog resulta extraordinaria, “sufrió” a Leah durante esos dos años….la locura de un cachorro de plc, sus trastadas y la energía propia de una perra loca checoslovaca.

Y llegó el primer año de vida de Leah sin rastro de celo alguno…….posteriormente hemos encontrado una explicación, relativamente razonable, a todo lo sucedido y directamente ligada a su convivencia con  el bulldog inglés.

En torno a  los 18 meses pensamos, con la inocencia propia del profano, que por fin tenía su primer celo…..el pobre bulldog se agotaba en el ritual clásico de cortejo…como buen representante de su raza dejaba la piel en el intento. Con apenas unas gotas de sangre, y no más de un par de días, pensamos que ya había llegado ese primer celo…..inocentes.

Algo significativo fue que en ningún momento Leah mostró disposición alguna al cortejo…es más, el cachondeo literal que se traía con el pobre bulldog era digno de inmortalizar; muy extraño pero dimos por concluido el primer celo, la ignorancia es atrevida y muy traidora.

Anibal – el bulldog inglés – murió con casi 13 años coincidiendo con los 2 años de Leah, y sucedió algo increíble…realmente llamativo; cuando Leah supo que Anibal ya no estaba entre nosotros empezó a sangrar de un modo bestial…..realmente bestial, una semana…dos…tres…cuatro..y continuaba de manera alarmante.

El carácter le cambió de manera radical, dejó las aficiones de decoradora, albañil, electricista y destructora nata por una obsesiva necesidad de salir y buscar rastros en cada palmo de terreno fuera de casa….olfatear y marcar, marcar y seguir olfateando…a la vuelta a casa tranquilidad absoluta unida a una apatía desmedida….la falta de Anibal sin duda la marcó en todos los aspectos.

Pero la situación empezó a preocuparnos, 30 días sangrando no parecía muy normal….consultamos con el veterinario y con todo el desconocimiento sobre la raza -reconocido y asumido – nos indicó que de seguir así habría que valorar una intervención quirúrgica… para proceder al “vaciado”.

Nos hundió completamente, siempre valoramos el conocimiento de un especialista …y su afirmación de que una pérdida tan abundante y continuada de sangre podría afectar a su estado de salud era razonable. En este punto consultamos con varios propietarios de hembras de plc, cada una era un mundo…hasta que decidimos consultar con una buena amiga italiana – Paola – que tiene una hembra desde hace ya más de 12 años.

Fue absolutamente tranquilizador, Paola nos aseguraba que era normal de todo punto y que incluso podría estar más días así…y que si el estado general era bueno no nos preocupásemos. 

De hecho ya habíamos reforzado su alimentación con corazón crudo de vaca para equilibrar el aporte de hierro y evitar una posible anemia. Y llegaron los cuatro últimos días…épicos y para no olvidar.

Salir a la calle con ella era ir tras la correa en volandas de un sitio a otro, buscando machos desesperadamente…olfateando hasta el aire; localizada una “victima” a distancia era un ritual de apartar la cola a cien metros, bailes y piruetas dignos del Circo del Sol…..a todo esto atada que no estaba el horno ni para bollos ni para sorpresas.

Pero lo peor estaba por llegar, de pronto dejó radicalmente de sangrar y en las últimas cuatro noches – y sobre la una de la madrugada – bajaba a la puerta de casa, se sentaba con solemnidad, y comenzaba un festival de aullidos como jamás hemos escuchado…..aullidos de pura loba…un concierto para poner los pelos como escarpias….cualquier intento de calmarla era inútil por completo, tenía que aullar y aullaba…dios si aullaba.

Los vecinos son testigos y sufridores del hecho, pasamos como pudimos esas cuatro noches y todo volvió a una calma extraña; se mantenía tumbada todo el día, tranquila y dormitando….maduró de golpe, aunque la apatía que mostraba se encontraba, al menos así lo creo, ligada a la ausencia de Anibal.

Los veterinarios se asombraron, con humildad reconocieron que nunca se habían encontrado con un hecho así en una hembra…y sobre todo que la salud de Leah lejos de estar mermada estaba perfecta.

De todo lo anterior, con la subjetividad propia de la experiencia, creemos firmemente que Leah nunca quiso entrar en celo con Anibal…lo adoraba pero no dejaba de ser un ejemplar anciano…a su muerte entró de golpe en un celo “salvaje”, y con dos años de edad…..un celo que se demostró normal y que en ningún momento afectó a su salud.

Todo ello podría indicar que,  los factores externos condicionan en esta raza y provocan una “voluntad” que adapta el ciclo fértil a las circunstancias….al menos en Leah así fue.

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