Nada más curioso que el ritual, el lenguaje corporal y auditivo de cada especie en sus muestras de reconocimiento a otros. El ser humano no es muy proclive, en la mayoría de los casos, a mostrar corporalmente emociones; demasiados convencionalismos y demasiadas pautas de conducta que impiden algo tan natural como el acercamiento físico.
Existe lo que los psicólogos definen como la “distancia corporal de seguridad” en la que nos sentimos seguros y de la que habitualmente nos resulta muy difícil salir. Eso si…..por contra, si se trata de mostrar indignación, enfado o ira el carácter mediterráneo – en este país al menos – nos hace romper hasta la barrera del tren.
En el lado contrario, y dentro de las especies animales, nos encontramos con un curioso mundo de rituales de reconocimiento cuando se produce un encuentro con un ejemplar afín a la especie y con el que no haya rivalidad alguna.
Las diferentes razas de perros, bajo mi personal experiencia, son de un comportamiento muy estereotipado; posiblemente la convivencia con el hombre a lo largo de milenios ha forjado una conducta que determina unas pautas muy similares de conducta.
Su recibimiento al dueño, o a los miembros de la familia, se produce en una mayor o menor medida por medio de una verdadera algarabía de movimientos de cola, señales de alegría diversas y que van desde saltos a ladridos, lametones y un sin fin de rituales variados.
Convivir con un perro lobo checoslovaco asombra cada día……. me asombra de manera extraordinaria. La relación del plc con su entorno, con su “manada”, es en gran medida por medio de la boca. Al menos Leah y Ciro así se relacionan con todo su entorno.
Tienden a utilizar su boca como instrumento de reconocimiento, buscan la boca de los de su entorno hasta extremos de localizar un empaste como te descuides; saltan hasta la cara ya que es en ese punto, dónde por razones que desconozco, realizan su “exploración” inicial y sus muestras previas de saludo.
Pueden llegar a aullar, incluso a dar saltos acrobáticos con riesgo de arrollarte, y el ritual es un despliegue de señales con las orejas completamente plegadas, la cola cual plumero desmedido y el cuerpo continuamente en vertical sobre las patas traseras; y en este punto pasan al aspecto que más me ha llamado la atención desde hace dos años.
En el caso de Leah, y con determinados miembros de su entorno, si el reconocimiento se produce en la puerta de acceso a la vivienda – es decir en plena calle – tiene la costumbre de aferrar con las mandíbulas (sin hacer presión o daño) a la “víctima” por la muñeca…y con un gesto digno de ser grabado procede a su traslado al interior de la vivienda dónde continúa con el ritual de saludos al uso.
Curiosa manera que consideraba exclusiva del ejemplar hasta que llegó Ciro a casa de cachorro. Sin poder llegar a realizar por imitación la conducta anterior, y desde los primeros días, Ciro siempre ha empleado la boca como medio para expresar su estado anímico. Presiona con las mandíbulas – sin llegar a morder – con señales diferentes para mostrar alegría, ansiedad o incluso enfado infantil. Busca también la boca de Leah o de cualquier otro miembro de su entorno y en definitiva realiza la misma conducta desde los dos meses de edad.
Por supuesto que considero dos aspectos cruciales; primero se trata de la actitud exclusivamente de dos ejemplares y segundo probablemente cualquier educador canino indicaría que son conductas a corregir y erradicar.
Asevero la primera circunstancia y en cuanto a la segunda tengo mi propio criterio. Quienes conviven con un perro lobo checoslovaco podrán o no encontrar alguna similitud en los rituales descritos, podrán ampliar la gama de señales y conductas, podrán incluso indicar que nada de lo relatado se corresponde con sus ejemplares; pero la duda razonable me surge al comprobar en muchos otros ejemplares conductas similares.
En cuanto a tratarse de una conducta a corregir o erradicar….. encuentro muchísimas similitudes en dicha conducta con el ritual de determinadas especies, y sinceramente no me causan trastorno alguno y me siento compenetrado con ellas; por supuesto que nunca actuarían así con nadie que no sea parte integrada de su entorno…por lo tanto se trata de una conducta exclusiva que no afecta a su relación con el entorno social externo.
Podrá ser una observación centrada en conductas “a corregir”….pero es el reconocimiento, saludo y “mordisco” marchamo indiscutible de dos ejemplares de perro lobo checoslovaco que me hacen recordar comportamientos observados en plena naturaleza. Y me asombro y alegro por ello.
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